Viernes 11.8.2023
/Última actualización 14:34
Un grupo conformado por 15 pingüinos magallánicos (Spheniscus magellanicus) regresó al mar, en las playas de San Clemente, durante la mañana del miércoles 9 de agosto luego de ser rehabilitados por la Fundación Mundo Marino por presentar distintos tipos de afecciones al momento de sus rescates.
Las aves marinas fueron rescatadas en distintos puntos de la costa bonaerense entre abril del año pasado y el mes de febrero del corriente año. En el caso de las localidades de Villa Gesell y Pinamar, los rescates contaron con la colaboración de Fundación Rescate Verdemar y Fundación Ecológica Pinamar, respectivamente. En el resto de los casos, fueron turistas quienes, al encontrar a las aves en la playa, se contactaron con el centro de rescate ubicado en San Clemente.
Todos presentaron cuadros con distintos grados de desnutrición, deshidratación, hipotermia y alto grado de parasitismo“La permanencia de estas aves en nuestro centro de rescate fue más prolongada de lo habitual por las restricciones que atravesamos por la gripe aviar. Además, si bien algunos ejemplares ingresaron el año pasado hay que tener en cuenta que esta especie es de comportamiento gregario, por lo que hasta que no se conforma un grupo con una cantidad mínima de individuos, no se puede hacer la reinserción”, explicó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino.
Sobre los cuadros que presentaron al momento de sus rescates, todos presentaron cuadros con distintos grados de desnutrición, deshidratación, hipotermia y alto grado de parasitismo. Hubo dos casos llamativos: un pingüino magallánico que fue rescatado en Santa Teresita durante mayo del año pasado con un cuadro de empetrolamiento y otro ejemplar, que, durante su proceso de rehabilitación, defecó plástico. En este último caso, el animal fue asistido en primera instancia por la Fundación Rescate Verdemar, en la localidad de Villa Gesell, en febrero de este año.
“El petróleo produce un apelmazamiento de sus plumas que les altera la disposición natural por lo que se interrumpe la barrera de aire que aísla la piel del medio externo. De esta manera, además de afectarles la flotabilidad, pierden su capacidad de regular la temperatura corporal. Al necesitar salir del agua, salen a la costa, y quedan a merced de depredadores”, sostiene Rodríguez Heredia. En esos casos, cuando llega un animal con un cuadro así, primero se lo estabiliza y luego se procede a su lavado para remover el contaminante de su plumaje.
Su ciclo de reproducción se lleva a cabo entre septiembre y marzo.Por otra parte, Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino, agregó sobre el proceso de tratamiento: “En todos los casos, la prioridad es estabilizar al animal cuando llega a nuestro centro de rescate. Eso lo logramos con fluidoterapia con sales hidratantes, para revertir los cuadros de deshidratación, y con terapia térmica. Estos animales absorben el agua a través del pescado, por lo que, si no encuentran alimento, sobrevienen los cuadros de deshidratación. Una vez estabilizados, les tomamos muestras de sangre y comenzamos a ofrecerles fórmulas de pescado licuado, hasta finalmente darles pescado entero. Afortunadamente, todos los ejemplares respondieron bien a los tratamientos y mostraron condiciones para ser reinsertados”.
Todos los ejemplares respondieron bien a los tratamientos y mostraron condiciones para ser reinsertados.Sobre los pingüinos magallánicos
Esta especie, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se encuentra en estado de “preocupación menor”, se distribuye a lo largo de todo el litoral Sudamericano, tanto en nuestra Patagonia argentina, como en el sur de Chile. En nuestro país se distribuyen desde Península Valdés, en Chubut, hasta la Isla Martillo, Isla de los Estados e Islas Malvinas, en Tierra del Fuego.
Su ciclo de reproducción se lleva a cabo entre septiembre y marzo. Luego de esa etapa mudan su plumaje e inician su viaje migratorio entre fines de marzo y principios de abril, el cual puede llegar hasta la latitud de Río de Janeiro. Durante ese viaje anual de alrededor de 6 meses pueden recorrer un total de 5000 kilómetros. En cuanto a su alimentación su dieta se compone de peces como anchoítas, sardinas y merluzas; moluscos, como calamares, y crustáceos, como el langostino. El viaje migratorio se relaciona con el movimiento estacional que realiza la anchoita, una de sus principales presas, que durante nuestro invierno, luego de haber migrado desde nuestra Patagonia, desovan en las costas de Brasil.