Domingo 15.5.2022
/Última actualización 22:09
El sueño de Anselmo Gaminara, que llegó a Santa Fe escapando de la Segunda Guerra Mundial proveniente de Italia, no sólo sigue en pie sino que además es orgullo de una ciudad y la provincia toda. En 1949, junto a otros italianos fundó la Cristalería San Carlos, en la localidad homónima. 73 años después, la fábrica se mantiene más viva que nunca. El Litoral visitó las instalaciones ubicadas en el corazón del departamento Las Colonias y entrevistó a Ricardo, hijo de Don Anselmo y actual dueño de la empresa.
"Hace 37 que estoy trabajando bajo el legado que dejó mi padre", arrancó el entrevistado. En su relato, Gaminara asegura que lo único que diferencia a su firma con las europeas es la antigüedad. "Al mismo nivel o mejor", se anima a decir.
"En este momento, tenemos 16 mil artículos. Las empresas de nuestra antigüedad, en Oriente, no tienen más de 250 o 300 modelos. El sistema de trabajo es el mismo hace 1.100 años. Cuando tuvimos la oportunidad de poner máquinas y debimos tomar la decisión: se optó por el trabajo artesanal", explicó.
Al ser consultado por los procesos de fabricación, el entrevistado no dudó. "Es una pasión. Empezamos a las 4.30 de la madrugada no por obligación sino porque queremos y nos gusta. Es un modo de trabajo que permite realizarte porque estás teniendo la satisfacción de poder crear", afirmó.
Fernando Nicola D.REn ese sentido, Gaminara agregó: "El método de trabajo no cambia con respecto a lo que nos enseñaron los mayores. Es una gran verdad o tan simple que no hay modo de cambiarlo. Vienen ingenieros, gente entendida en automatización y cuando ven nuestro sistema de trabajo y lo estudian, no tienen modo de cambiarlo. Siempre hay un escollo que no lo permite porque estaría afectando la enseñanza que tenemos".
"Al contacto con el fuego y el calor, no tenés modo de obviarlo si trabajas en una cristalería. Apenas alguien empieza a trabajar ya nos damos cuenta si va a ser un buen vidriero o no, con el sólo hecho que se acerque al horno, aunque sea por curiosidad", señaló.
Gentileza D.REl Litoral también dialogó con Gustavo Saucedo, uno de los artesanos del lugar, quien reconoció: "Lo más difícil es hacer una copa, por el pie. Tenés que aprender, practicar y que salga bien. Como es algo artístico, es fundamental saber el corte del vidrio".
El trabajador cristalero no es uno más y así lo reconoce el entrevistado. "Tenés que estar acá para saber cómo hacer. No es lo mismo que otra fábrica que hay máquinas. Acá todo es manual e ir aprendiendo de a poco", dijo.
Para finalizar Saucedo expuso lo importante del material que se produce en la fábrica instalada en San Carlos. "Lo que hacemos sale afuera o mismo en el país y es lo más lindo. Por televisión salen las cosas (N. del R: hace referencia a las piezas de cristal que venden) y uno se da cuenta que es de la Cristalería San Carlos".
Gentileza D.R"No es soplar y hacer botellas", frase repetida hasta el hartazgo de generación en generación tiene sus orígenes en trabajadores del cristal. La historia se remonta a principios del siglo XIX cuando cristaleros de Murano (isla muy cercana a Venecia, Italia) pusieron el grito en el cielo porque no se apreciaba su arduo trabajo.
Quienes trabajaban en las fábricas hicieron una huelga de 10 días, tiempo en el que aprovecharon para invitar a la sociedad y gobernantes para que vean cómo era su labor.
En ese marco, uno de los maestros cristaleros convocó a un funcionario que formaba parte del público para que intentara realizar una pieza pero la prueba fracasó. Se dice que el fiasco provocó la risa de los presentes y el trabajador habría lanzado: "Vieron, no es soplar y crear cristales de la nada". Con el tiempo se trastocó a la tradicional "No es soplar y hacer botella".