(Enviado Especial a Atlanta, EEUU)
Como siempre y como en cualquier parte del mundo, los santafesinos siempre están cuando hay una pelota y la camiseta celeste y blanca que los convoca… Y Messi, claro está.
(Enviado Especial a Atlanta, EEUU)
Algunos ya llevan un tiempo en Estados Unidos y no ocultan las emociones. Se sienten otra vez “en casa”. Ven ese ir y venir de gente con camisetas argentinas, escuchan que hablan en español y hasta algunos identifican a los del terruño sólo por el hecho de escucharles la tonada. Y parece mentira, pero los santafesinos siempre están. Se hacen ver porque hay algo de Colón o de Unión que siempre llevan con ellos. Algunos van con la camiseta, otros con el pantaloncito que los identifica o la gorra con los colores del club de sus amores. En Atlanta, esa invasión de argentinos que colmaron gran parte de las 70.504 butacas que estuvieron ocupadas en el imponente Mercedes Benz (lástima que un estadio tan majestuoso y perfecto en su fisonomía, tengo un césped que no se condice con su calidad y con la de los enormes futbolistas que lo pisan).
Por ejemplo, Evelyn llegó acompañada de su esposo y del pequeño Estanislao, que se dio el gusto de ver por primera vez a Messi. Son sabaleros y viven en Los Molinos. “Teníamos la posibilidad de hacer un viaje y coincidimos con esta Copa América para venir a ver a la selección. Hacía rato que teníamos ganas de ver a la selección”, cuentan, en tanto que el pequeño Estanislao no duda en señalar a Messi como su ídolo, algo que pasa con más de medio planeta. Sin exagerar.
El caso de Franco Galeano es muy particular. El nació en Santa Fe y es hincha de Colón, pero vive hace un tiempo en Estados Unidos con su esposa, que no es santafesina y ni siquiera argentina. ¡Es mexicana! “Nos conocimos por internet, por Facebook. Llevan un año y cinco meses juntos y viven a una hora de carretera de Atlanta”. Y Franco no dejó pasar la ocasión de saludar a su mamá, Guadalupe, a su hermano Luciano, “y por supuesto que a todos los hinchas de Colón”. El podrá decir, sin dudarlo, que lo suyo fue un “amor a la mexicana”.
Milagros Ferrero es la hija de Marcelo, un wing que llegó a formar parte del plantel profesional de Colón allá por los 70, muy amigo de un crack de esos tiempos como el queridísimo Hugo Villarruel. Milagros llegó acompañada por papá y mamá, estuvieron en el hotel de la selección, luego fueron al estadio y se quedarán por todo el tiempo que dure esta Copa América. “Es una experiencia increíble, la gente está eufórica”, dice Milagros. Y su mamá agrega que “después de la obtención del título del mundo, es como que todo se magnifica. La selección ha despertado en la gente un sentimiento muy especial. Después de Maradona, no hubo otra selección que se acerque tanto a la gente como esta”. Y Milagros, que asiente con lo que expresa su madre, también señala, además de gritar a los cuatro vientos que es hincha fanática de Colón, que “a mí me sorprende mucho ver cómo la gente de otros paises se fanatiza con la selección. Es muy lindo ver todo eso, nos emociona mucho”.
Claudio y Vanesa llegaron el miércoles y se quedan hasta el sábado. Viven en Altos de la Ribera, hicieron un viaje relámpago, vieron por primera vez a la selección y confiesan que “dejamos todo en Santa Fe, ubicamos a los chicos y nos vinimos, pero tampoco podemos quedarnos demasiado”, cuentan. La realidad es que armaron semejante viaje sólo para estar tres días en Estados Unidos, conocer Atlanta –posiblemente algo más pero de manera fugaz- y volver rápido a Santa Fe. Vanesa es muy futbolera, hincha de Colón, “aunque no ejerzo”, dice entre sonrisas, mientras muestra un tatuaje con las tres estrellas que se hizo en la parte de arriba del tobillo de una de sus piernas. “Es el recuerdo que me quedará para toda la vida”, cuenta, mientras rememora ese día inolvidable del 18 de diciembre de 2022, cuando se produjo la consagración en Qatar.
Emiliano es un santotomesino al que ya El Litoral vio en Qatar. Es un hincha tatengue que se lo reconoce por un gorrito en el que reza la inscripción: ENFERMOS. Y no lo oculta: “Formo parte de un grupo de enfermos por Unión de Santo Tomé, así que aprovecho para mandarles un saludo a todos los muchachos. Me vine a ver este partido y me vuelvo. En Qatar también hice un viaje medio relámpago, sólo para ver el partido inaugural con Arabia Saudita y el segundo con los mexicanos, que lo disfrutamos un montón. Y después me tuve que volver, porque hay que laburar”, cuenta, más allá de que reconoce que “si uno lo trabaja con tiempo, no es tan costoso viajar. Hay que ingeniársela”.
Gabriel Scheffer vive desde hace diez años en Tampa y cada vez que la selección juega en Estados Unidos prepara el viajecito para verla, desafiando las enormes distancias de un país tan gigantesco. Es hincha de Colón, tiene una historia de vida muy especial, se vino con su familia escapando de la inseguridad de Santa Fe y se afincó en Tampa. “Es un orgullo enorme ver que tantos argentinos pueden venir a ver estos eventos. Me encanta. Sigo de cerca a Colón, comparto historias, escucho la radio, leo el diario, me informo y lo sigo porque soy fanático de Colón”, señala este santafesino que, más allá de que su elección fue la de irse de la ciudad, sigue muy ligado desde lo emocional. “Lo que se vivió desde acá cuando salimos campeones del mundo fue algo increíble e inolvidable”, rememora y deja para el final su recuerdo por Santa Fe: “Siempre tengo presente esa parte de la familia que se quedó a lucharla allá, la cancha de Colón donde siempre me emociona verla o cuando voy, el Puente Colgante… En fin, son esas las primeras sensaciones que se me vienen a la cabeza”.
Ya a esta altura, uno no debiera sorprenderse de encontrarse con tantos santafesinos en cualquier parte del mundo cuando hay un partido de fútbol en el que juegue la selección… Y que juegue Messi, naturalmente. A su influjo, se agotan entradas y el mundo cada día nos quiere un poco más gracias a él. Dios le dio el poder único de jugar al fútbol como nadie; pero él, además, se ganó el respeto y la admiración de todos por esa humildad que le brota hasta por los poros. Messi es muy responsable de que en un país lleno de problemas y carencias, el fútbol provoque tanto y movilice tanto. Y es un santafesino, un producto genuino de nuestras tierras como cada uno de los que El Litoral se viene cruzando desde que pisó el suelo norteamericano.