Elon Musk siempre ha sido un pionero. Fundó PayPal, Tesla y SpaceX. Ahora, en tiempos pospandémicos, quiere innovar también en materia de teletrabajo. Para él este no es una sustitución del trabajo presencial, sino un añadido. Ve compatibles ambos. Es decir, acepta que los empleados se conecten a distancia, pero si antes han permanecido la jornada completa en la oficina.
La propuesta laboral de Musk se filtró en Twitter, la empresa que él ha pactado comprar. Al parecer, la formuló en un mensaje a directivos de Tesla con el asunto: “El trabajo a distancia ya no es aceptble” [con errata incluida]. Musk escribió que “cualquiera que desee trabajar a distancia debe estar en la oficina un mínimo” —”y quiero decir mínimo*”, añadió— “de 40 horas a la semana o dejar Tesla. Esto es menos de lo que pedimos a los trabajadores de la fábrica”.
Y por si quedaba alguna duda, explicó que la oficina “debe ser una oficina principal de Tesla, no una sucursal remota no relacionada con las funciones del trabajo”. Por ejemplo [no se puede], explicó, “ser responsable de recursos humanos de la fábrica de Fremont, pero tener la oficina en otro Estado”.
El mensaje ha sido publicado por una web de tecnología. Musk no ha confirmado abiertamente que el mensaje original fuera suyo, pero ha dado a entender que sí al contestar a una pregunta de la cuenta de Twitter de dicha web en la que le decía: “Hola, Elon, mucha gente está hablando de este correo electrónico filtrado, ¿algún comentario adicional para la gente que piensa que ir a trabajar es un concepto anticuado?”. A lo que el empresario ha contestado: “Deberían fingir que trabajan en otro sitio”.
Musk también dice que si hay casos “especialmente excepcionales para los que esto es imposible”, él personalmente revisará y aprobará esas excepciones.
Bloomberg subraya la referencia a los trabajadores de fábrica de Tesla, especialmente si se tienen en cuenta las condiciones en algunas de las plantas del fabricante de coches eléctricos, como la de Shanghái. Según la agencia estadounidense, miles de empleados han estado encerrados durante meses, trabajando en jornadas de 12 horas, seis días a la semana. Hasta hace poco, muchos dormían en las instalaciones, como parte de una burbuja para evitar contagios por covid, con los trabajadores de los turnos de día y de noche usando las mismas camas, en dormitorios improvisados.
Esa política de presencialismo del hombre más rico del mundo puede ser un drama para los empleados de Twitter, que ya ven con miedo al despido la llegada del inversor. La compañía reabrió sus oficinas en San Francisco a finales de marzo, pero el consejero delegado, Parag Agrawal, dio permiso a todos los trabajadores para teletrabajar, la opción elegida por muchos. Si se combina el miedo a que Musk traslade la sede de la empresa, como hizo con Tesla, con la oposición al trabajo a distancia, las perspectivas no son las mejores para los empleados de la red social.
Los modos de Musk son conocidos y opuestos a la cultura empresarial de Twitter. Cuando Tesla tuvo problemas para cumplir con los objetivos de producción de su modelo 3, Musk se quedaba a dormir en la planta hasta que la situación se recondujo y despidió fulminantemente a trabajadores que no le aguantaban el ritmo.
Se cuenta también que en una ocasión Musk amenazó con despedir a todos los becarios por hacer una larga cola para el café en SpaceX, e instaló cámaras para asegurarse de que no volviera a ocurrir. Y ha habido otros correos electrónicos enviados a la plantilla que se han filtrado en las redes sociales y alimentan esa imagen de líder despótico y visionario.
Recientemente, ha salido a la luz un escándalo más grave. SpaceX pagó 250.000 dólares (235.000 euros) a una azafata para enterrar una denuncia de acoso sexual contra Musk, según publicó Insider. Musk negó que las acusaciones de acoso fueran ciertas, aunque no que el pago se realizase.