Tragedia en el aire: falleció un piloto que había sobrevidido a 16 accidentes aéros previos
El colombiano Carlos Julio Rodríguez Guzmán era un piloto de avión de fumigación experimentado y falleció tras sufrir su accidente aéreo número 17, luego de haber sobrevivido en 16 oportunidades.
Captura de pantalla Imagen ilustrativa
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Rodríguez, de 60 años de edad y 40 de experiencia como piloto, realizaba una fumigación en un campo de arroz cercano a Ibagué este 19 de diciembre cuando su avioneta se estrelló. La Defensa Civil confirmó el deceso del piloto luego de 24 horas de búsqueda y tras hallar la avioneta destrozada.
Rodríguez era egresado de la Escuela de Pilotos de Colombia y dedicó su vida a la fumigación, así como a transportar cargas en avionetas monomotor. A lo largo de su carrera logró sobrevivir a 16 accidentes aéreos, en algunos gravemente lesionado pero eso no disminuyó sus ánimos de ganarle a la muerte.
Según contó al medio El Tiempo, el incidente más impactante fue el que tuvo en medio de la selva amazónica, cuando sus piernas, cadera y rostro sufrieron las consecuencias del impacto y fue asistido por una tribu indígena desconocida con hojas de coca que lo trasladó por el río Agaporis. Este memorable episodio tuvo lugar en 1986, cuando tenía 25 años de edad y transportaba mercancías en una avioneta Cessna 180 de ocho metros de largo y una capacidad para hasta cuatro personas.
El mal tiempo lo obligó a aterrizar repentinamente en medio de la espesura del Amazonas y luego de esperar un par de horas a que cesara la lluvia, retomó el vuelo pero el motor perdió fuerza y cayó, colisionando con árboles de unos 15 metros. Rodríguez impactó contra la ventana de la avioneta y sufrió lesiones en su rostro, dientes e incluso fosas oculares.
Además, se fracturó ambas piernas en varias partes y recibió fuertes golpes en el torso pero las ganas de vivir del piloto eran superiores y logró salir a rastras por la parte frontal del fuselaje y alejarse de la avioneta que estaba a punto de explotar. Sin tener una noción de la gravedad de su estado el piloto continuó desplazándose por el suelo hasta que sintió que algo lo tomó de las piernas, en principio creyó que se trataba de un animal pero luego identificó que era una comunidad indígena que lo intentaba colocar en una hamaca para facilitar su traslado.
Rodriguez recordaba en entrevista con el medio colombiano que una anciana parecía decir una especie de rezo cuando dos hombres le dieron algo de beber que calmó sus dolores, que según estima, contenía coca. Los indígenas de Vaupés lo subieron a una canoa y lo condujeron a través del río Apaporis con destino a Pacoa —sureste del país—, hacia donde se dirigía el piloto.
En el camino sortearon un montón de vicisitudes: la falta de combustible y ausencia de médicos al llegar al lugar y no poder contar con el helicóptero policial para que lo trasladara a un centro de salud donde accediera a atención. El piloto pasó una noche larga antes de ser trasladado. Fue un colega también piloto que lo socorrió. Siete horas de cirugía reconstructiva y un año y medio de recuperación fue lo que tardó Rodríguez en volver a volar, pese a un juramento de abandonar las avionetas.
Rodríguez abandonó los vuelos de carga y se introdujo en el rubro de la fumigación, donde se sobrepuso a 15 siniestros más sin resultar herido, aunque con daños materiales graves. La experiencia le brindó las herramientas para poder aterrizar sin sufrir lesiones.
Este diciembre Rodriguez intentó sobrevivir al 17° siniestro de su carrera, sin éxito. Su historia da cuenta de la vida de un hombre que, pese a lo riesgoso de su profesión, el amor a volar fue más fuerte.