Subir a un podio, recibir una medalla y dejar a tu país en lo más alto del deporte mundial es un momento que todo atleta desea vivir. Pero detrás de ese instante mágico se esconde un significado en los ramos de flores que reciben los deportistas. Según estimaciones, se entregarán más de 5.000 a los atletas en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
Las flores ceremoniales se cultivaron principalmente en tres distritos del noreste de Japón que fueron devastados por un terremoto y tsunami de 2011, y la posterior fusión de tres reactores en la planta nuclear de Fukushima. Casi 20.000 personas murieron en la catástrofe que afectó a las prefecturas de Iwate, Fukushima y Miyagi. Y los ramos de flores amarillas, verdes y azules que se regalan a los medallistas en los Juegos Olímpicos -y que también se entregarán en los Paralímpicos- se cultivaron casi en su totalidad en esos tres distritos.
Los girasoles de color amarillo brillante, que dominan los ramos, se cultivaron en Miyagi, y fueron plantados por padres cuyos hijos murieron en el desastre. Los padres eligieron para esto una ladera donde sus hijos se habían refugiado de los efectos del tsunami. En Fukushima se cultivaron delicadas eustomas blancas y moradas y sellos de Salomón, como parte de una iniciativa sin fines de lucro creada para tratar de reactivar la economía local tras el desastre, que dañó gravemente la producción agrícola.
Las gencianas, una pequeña flor azul brillante, se cultivan en Iwate, una zona costera que fue devastada por olas gigantes en el desastre de 2011. Para completar el ramo, hay aspidistras de color verde oscuro, cultivadas en Tokio y elegidas para representar a la ciudad anfitriona.