Con el fin de año a la vuelta de la esquina, las redes sociales están inundadas de videos y publicaciones que promueven una tendencia que promete cambiar la forma de plantearnos los clásicos propósitos de Año Nuevo.
De qué se trata este fenómeno viral que promete organizar tus ideas y visualizarlas a diario para facilitarte cumplirlas. Algunos consejos para armar la tuya.
Con el fin de año a la vuelta de la esquina, las redes sociales están inundadas de videos y publicaciones que promueven una tendencia que promete cambiar la forma de plantearnos los clásicos propósitos de Año Nuevo.
Se trata del "Vision Board 2025" o "mapa de sueños", una herramienta visual que transforma deseos y objetivos en metas concretas mediante el poder del diseño y la visualización.
Un vision board, también conocido como tablero de sueños o collage de metas, es una representación gráfica y tangible de los deseos y aspiraciones de una persona.
Se elabora combinando imágenes, palabras y frases inspiradoras en un formato que puede ir desde un collage en una hoja de papel hasta un mural digital. La idea principal es plasmar visualmente cómo se vería la vida si esos objetivos se cumplieran.
Según Ana Dorado, diseñadora gráfica y facilitadora en visual thinking, la clave de un buen vision board está en crear una "imagen poderosa" de las metas.
“No se trata de saber dibujar, sino de imaginar cómo sería el día en que se cumpla aquello que hoy anhelas”, explica. Dorado también resalta la importancia de este ejercicio para detectar creencias limitantes que podrían estar frenando el avance hacia esos sueños.
Las aplicaciones como Canva han contribuido al auge de esta tendencia al ofrecer plantillas específicas para vision boards. Una búsqueda rápida de “vision board 2025” arroja más de 20.000 opciones de diseño listas para personalizar, haciendo que esta herramienta sea accesible para cualquier persona con una conexión a internet.
La razón detrás de la efectividad percibida de los vision boards radica en el Sistema Reticular Activador Ascendente (SARA), una red cerebral que filtra la información que recibimos y determina en qué enfocamos nuestra atención.
Por ejemplo, si alguien desea comprar un modelo específico de auto, es probable que comience a notar ese vehículo por todas partes.
“El cerebro procesa imágenes mucho más rápidamente que texto. Tener una representación visual de los objetivos puede activar sistemas dopamínicos, generar placer anticipado y mejorar el enfoque hacia esas metas”, afirma Dorado.
Aunque estas ideas tienen cierto respaldo en neurociencia, la evidencia científica que las valide como herramientas definitivas sigue siendo limitada.
A pesar del entusiasmo, el psicoanálisis plantea interrogantes sobre la verdadera efectividad de los vision boards. Agustina Fernández, psicoanalista y coordinadora del Centro Bleger de la Asociación Psicoanalítica Argentina, sostiene que si bien estas herramientas pueden ayudar a visualizar objetivos, también pueden crear una falsa ilusión de control.
“El punto clave es no creer que con solo visualizarlos, mágicamente se van a cumplir”, aclara.
Por su parte, Jorge Catelli, también psicoanalista, considera que los vision boards no son una novedad y los compara con prácticas como la programación neurolingüística de los años 90 o el control mental de los 80.
Según él, estas técnicas tienden a ignorar aspectos fundamentales del aparato psíquico, como el inconsciente y la división subjetiva. “El riesgo está en reducir la complejidad del ser humano a una serie de deseos conscientes”, concluye.
Si bien las críticas del psicoanálisis invitan a un análisis más profundo, quienes defienden los vision boards insisten en dos pilares para su éxito: la emoción y la acción. “La clave está en acompañar la visualización con pasos concretos hacia esas metas”, remarca Dorado.
En un contexto donde las redes sociales amplifican técnicas de autocuidado y productividad, el vision board 2025 se posiciona como una herramienta poderosa para algunos y como una moda cuestionable para otros.
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