Domingo 5.3.2023
/Última actualización 20:11
Todos los días por la mañana, María (19 años) va a un comedor comunitario. Llega y se pone a pelar papas y zanahorias, y a cortar cebollas. Todo aquello, con arroz o fideos y un poco (ojalá fuese más) de carne picada irá, en generosa salsa, a dos enormes ollas donde se cocina el almuerzo de unas 120 personas. Quizás ese plato sea el único que llegará a los estómagos de los vecinos de ese barrio vulnerable de Santa Fe. María lo hace desde la empatía, y no pide nada a cambio: le sobra como "pago" la sonrisa desdentada y agradecida que le ofrece un anciano.
¿Qué hay detrás de la acción de ayudar a otros sin esperar una retribución? ¿Cuáles son las emociones, las necesidades personales que movilizan a las personas a dar sin pedir nada a cambio a quienes más lo necesitan? Algunos creen que es un "contraefecto" ante la crisis social y económica que vive el país y la provincia de Santa Fe; quizás, la reacción ante la "mala noticia" de todos los días: que los jóvenes emigran en manada al exterior, que aquí no hay futuro, que Ezeiza es el único destino.
Según un estudio realizado por la consultora porteña "Voices!", el voluntariado social en la Argentina creció un 36% durante 2022 respecto de 1997, alcanzando el mayor pico en la serie histórica. Y no sólo eso: el porcentaje de personas voluntarias de hace 10 años -en 2012-, era del 15%: entonces, en un década, el "músculo solidario" que representan miles de personas anónimas creció más del doble.
Hay otros datos interesantes. Del universo de encuestados divididos por segmentos sociodemográficos (género, edad, educación), la franja etaria de 18 a 24 años es la más involucrada en tareas de voluntariado, con un 54%: es la porción más elevada que realiza trabajo voluntario, por encima de la franja de 25-34 años (un 46%). Y respecto de la instrucción educativa, hay paridad entre quienes tienen estudios primarios y secundarios completos: apenas los universitarios tienen un poquito más de protagonismo, con un 38%.
El estudio fue realizado sobre la base de un poco más de mil encuestas, y la división sociogeográfica se dividió en tres grandes bloques: Capital Federal, GBA y el interior del país: éste último se lleva el mayor porcentaje de participación en tareas voluntarias, con un 37%.
"No obstante, los resultados que mostramos se dan en forma transversal en las distintas regiones estudiadas, por lo cual consideramos que el crecimiento del voluntariado una tendencia nacional", le dice a El Litoral Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices!, quien además es autora del libro "Argentina Solidaria: una invitación a ser parte" (Ediciones Horizontales Company, 2015).
Los por qués
¿A qué se debe este incremento del voluntariado en el país? Es un "efecto deseado" de la post pandemia? ¿Es acaso una reacción ante el hastío social que genera en muchas personas la "grieta política" como estado permanente de la clase dirigencial, o la crisis económica?
"Siguiendo las series históricas que elaboramos, vemos que el voluntariado aumenta en épocas de crisis. Cuando 'las papas queman', los argentinos reaccionan y se vuelcan a realizar alguna tarea solidaria. Esto es lo positivo; lo negativo, dicho en términos subjetivos, es que cuando comienza la recuperación de la económica, por ejemplo, la tasa de voluntariado baja. De año a año se ven fluctuaciones en un mayor o menor compromiso con algún tipo de voluntariado", explica Cilley.
En barrio Chalet, la ONG "La Poderosa" lleva adelante un comedor comunitario. En la foto, tres voluntarias trabajan a destajo para preparar el alimento para los comensales. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio GarínEl pico más alto de "explosión" del voluntariado fue en la post crisis de 2001. "Allí, lo que se detectó fue que el crecimiento del voluntariado se dio por una mayor cantidad de mujeres de edad media. En cambio, en la situación de crecimiento actual de las actividades voluntarias, este impulso viene dado por los jóvenes principalmente, dentro de los niveles socioeconómicos medios y bajos. Lo interesante es ver que, a distintas crisis, reaccionan distintas porciones de la población, en mayor o menor porcentaje".
El fenómeno de los jóvenes y el voluntariado tiene dos caras, observa la directora ejecutiva. "Hay un segmento etario joven que anhela irse del país; que ve que en la Argentina no hay futuro, y que en los próximos 10 años las cosas aquí estarán peor en cuanto a pobreza, empleo, inseguridad, acceso a una casa propia, etcétera. Este pesimismo salta en las encuestas de una forma muy clara", añade.
Constanza Cilley es directora ejecutiva de Voices!, y autora del libro "Argentina Solidaria: una invitación a ser parte" (2015).Pero hay otro segmento etario, dentro de los jóvenes y que es significativo: ante la desesperanza se vuelca al voluntariado como una reacción empática, y se moviliza: "Y es un fenómeno nuevo que hay que seguirlo de cerca, porque es muy alentador", subraya Cilley.
-Esta suba del voluntariado, ¿puede leerse también como un "efecto deseado" en la post pandemia por el Covid, donde mucha gente la pasó muy mal, sobre todo los adolescentes, jóvenes y adultos mayores?, consultó El Litoral.
-Creo que sí, en algún sentido. Los jóvenes viven una etapa de la vida donde necesitan mucha actividad. Hay muchísima dificultad para acceder a un primer empleo, se piden muchos requisitos... Entonces, el voluntariado es como una manera de accionar, de no quedarse quietos, de hacer. Se cierra una puerta y se abre otra, tras la cual no sólo los chicos sienten que están contribuyendo a morigerar con pequeños actos algunos problemas del país, al tiempo que también pueden desplegar sus energías y sus habilidades.
El "círculo virtuoso"
El informe alude en otro tramo al "círculo virtuoso" del voluntariado. ¿Qué quiere decir esto? Que al realizar alguna actividad solidaria "se detecta un mejor estado de animo entre los voluntarios versus los no voluntarios: el 67% de quienes realizaron tareas voluntarias en los últimos 12 meses señala un estado de ánimo positivo, contra el 62% de quienes no realizaron ningún tipo de estas tareas", cita.
Pero también, al realizar una labor voluntaria y así mejorar el estado anímico, "se observa entre los voluntarios una mayor sensación de conexión con Argentina y la idea de que es el mejor lugar para vivir", asegura el estudio.
Mientras que el 23% de los voluntarios señalan que Argentina "es el mejor lugar para vivir", esta cifra baja al 14% en quienes no realizan tareas voluntarias. De igual manera, "el 30% de los voluntarios encuestados dice que les gusta vivir en Argentina, mientras que el 24% de los no voluntarios opinan lo mismo", aclara.
"Este círculo virtuoso tiene varias aristas beneficiosas. Así como quien recibe el acto solidario (quien recibe un plato de comida en un comedor, por ejemplo) se siente agradecido y gratificado, quien realiza el voluntariado siempre una sensación de bienestar, de satisfacción con la vida, más confianza en las instituciones, y desarrolla empatía", subraya Constanza Cilley.
"Los voluntarios manifiestan altos niveles de satisfacción con su actividad; la gran mayoría dice que su vida ha cambiado positivamente a partir del voluntariado; desarrollan habilidades y un conocimiento más cercano de la realidad. El voluntariado es un fenómeno positivo por donde se lo mire", concluye la directora, y, al cierre, cita un proverbio chino: "Más vale prender una vela que maldecir la oscuridad". Ese es el espíritu de ayudar a otros sin pedir nada a cambio.