Alberto Fujimori: la década oscura que marcó a Perú
El ex presidente peruano falleció el 11 de septiembre pasado a los 86 años, de cáncer. Condenado por delitos de lesa humanidad y de corrupción, desde su vertiginosa llegada a la política hasta hoy no dejó de influir en la población peruana. Un informe de 2004 lo había ubicado en el séptimo puesto entre los diez mandatarios más corruptos a nivel mundial.
El ex presidente de Perú, Alberto Fujimori, en imagen fechada el 4 de enero de 2018, al salir de la Clínica Centenario de la ciudad de Lima. Su salud ya estaba visiblemente deteriorada. Stringer/EFE
La muerte del ex presidente de Perú Alberto Fujimori (1990-2000), el miércoles 11 de septiembre de 2024, sigue dividiendo a sus compatriotas. Para sus simpatizantes, Fujimori es el hombre que salvó al país del colapso económico y el terrorismo, pero para sus detractores es un autócrata que atropelló las instituciones democráticas para conservar el poder. Un informe de 2004 de la ONG Transparencia Internacional, ubicó al ex jefe de Estado en el séptimo puesto entre los diez mandatarios más corruptos a nivel global.
Alberto Fujimori nació el 28 de julio de 1938 en Lima, donde sus padres se establecieron procedentes de Japón. En 1960 se licenció como ingeniero agrónomo y se dedicó a la docencia en la Universidad Agraria de Perú antes de saltar a la escena política. En 1974, Fujimori se casó con Susana Higuchi, también de origen japonés, con la que tuvo cuatro hijos: Keiko, Hiro, Sachi y Kenji.
28 de julio de 1990, Alberto Fujimori saluda a sus simpatizantes, ya como flamante presidente peruano, al hacer su arribo al Palacio de Gobierno después de ser oficializado como tal en el Congreso. Alejandro Balaguer/AP
En las elecciones presidenciales de 1990, el desconocido "chino", apodado así por sus rasgos orientales, logró imponerse al favorito, Mario Vargas Llosa. "Fujimori representaba algo fuera del sistema político establecido, al que Vargas Llosa era más cercano, y estaba menos relacionado con lo que pasaba en ese momento", explica José Alejandro Godoy, politólogo de la Universidad Católica de Perú y autor del libro "El Último Dictador", sobre la vida y el gobierno de Alberto Fujimori. Además, recuerda Godoy, Fujimori logró una alianza con sectores evangélicos y, sobre todo, con pequeños y microempresarios, en un país donde estos últimos son mayoría.
El autogolpe y Sendero Luminoso
Desde su trepidante comienzo político, el estilo de Fujimori estuvo marcado por la controversia. El país que heredó de Alan García (1985-1990) estaba quebrado económica y socialmente, devastado por un 7.000 por ciento de inflación anual y la creciente actividad de los grupos terroristas Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Su estricto plan antiinflacionario provocó el descontento de los sectores sindicales y del Parlamento. Después de que el Poder Legislativo le retiró su apoyo, Fujimori comenzó a gobernar por decreto hasta que, el 5 de abril de 1992, con apoyo del Ejército, realizó un autogolpe de Estado, disolvió el Parlamento e intervino el Poder Judicial.
Fujimori en Tokio, año 2000. En medio de la profunda crisis política, aprovechó su viaje a una cumbre económica en Brunéi para renunciar a la distancia a la presidencia y quedarse en Japón. Kurita Kaku/Gamma-Rapho
Según el politólogo Godoy, Fujimori tuvo dos motivos para llevar a cabo el autogolpe: "La primera cuestión fue más estructural, y la segunda fue una cuestión de mensaje. El sistema político peruano no había sabido responder a los dos principales retos de 1980, por un lado, la profunda crisis económica y, por otro, la violencia de dos grupos subversivos con miles de víctimas mortales".
Bettina Schorr, politóloga del Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín, indica que, en ese contexto de crisis, Fujimori vio la necesidad de una nueva Constitución, pero también, al igual que otros mandatarios, sucumbió a la tentación de perpetuarse en el poder. "Sin un cambio de la Constitución eso no hubiese sido posible. Fujimori necesitaba desarticular todas las reglas políticas que había y hacer nuevas", sostiene la experta alemana.
En septiembre de 1992 fue arrestado Abimael Guzmán, líder de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso. Un hecho que, a pesar de ser mérito de la policía de inteligencia que trabajaba de forma independiente, Fujimori supo capitalizar. De ese modo, la lucha antiterrorista se convirtió en su lema principal, y lo llevó finalmente a arrasar en las elecciones de 1995.
Durante su segunda presidencia, la alianza de Fujimori y las Fuerzas Armadas se consolidó, y cada vez eran más fuertes las denuncias de distintos sectores de la sociedad peruana frente a la consolidación de un régimen cívico-militar. Muchos analistas independientes advertían ya que el controvertido Vladimiro Montesinos, asesor de Fujimori y jefe del Servicio de Inteligencia, era quien tenía el poder en la sombra.
La huida a Japón y la renuncia por fax
En las elecciones de 2000, Fujimori se postuló nuevamente, a pesar de que la Constitución vigente prohibía dos períodos presidenciales consecutivos. El entonces mandatario alegó que, debido a que dicha normativa entró en vigor durante su primer mandato, esa nueva candidatura sería su primera reelección.
Tras una primera vuelta convulsa, el candidato opositor Alejandro Toledo, que quedó segundo con el 40 por ciento de los votos, renunció a participar en la segunda ronda por considerarla fraudulenta. Esto no detuvo la "reelección" de Fujimori el 28 de mayo de 2000, sin rival y sin observadores.
Sin embargo, un mes y medio después de asumir por tercera vez como presidente, un gran escándalo protagonizado por Montesinos remeció al país. En un video difundido en televisión se veía al jefe del Servicio de Inteligencia entregando fajos de dinero a un parlamentario de la oposición. En otros videos presentados posteriormente se veía a más políticos, empresarios y personalidades recibiendo dinero de Montesinos. Pocos días después, Fujimori se vio obligado a convocar nuevas elecciones.
En medio de la profunda crisis política, Fujimori aprovechó su viaje a la cumbre económica de la APEC en Brunéi para luego viajar a Japón, desde donde envió su renuncia por fax el 19 de noviembre de 2000. El Congreso peruano no aceptó su renuncia y le destituyó por "incapacidad moral permanente", siendo reemplazado por Valentín Paniagua.
Nuevo intento y las condenas
Contra todo pronóstico, el gobierno japonés le reconoció a Alberto Fujimori la nacionalidad nipona, lo que le dio al ex presidente peruano derecho a permanecer en Japón y a no ser extraditado. En su contra había pedidos de detención ordenados por Interpol y solicitudes de extradición por delitos de lesa humanidad y corrupción ordenados por Perú. Pese a ello, Fujimori anunció su intención de postularse nuevamente a la presidencia de Perú en 2005. Esta fue denegada por el Tribunal Constitucional por estar vigente la inhabilitación política por diez años.
A fines de 2005, Fujimori aterrizó sorpresivamente en Santiago de Chile, siendo detenido poco después por la policía chilena a pedido del gobierno peruano. Dos años después, el fugitivo exmandatario fue extraditado a Lima, donde el 7 de abril de 2009 recibió una condena de 25 años de prisión por dos matanzas ocurridas en 1992. En esa operación murieron 25 personas a manos de un escuadrón militar encubierto, denominado Grupo Colina.
Otros delitos por los que Fujimori fue condenado fueron peculado, corrupción y los denominados "diarios chicha". "Por las violaciones a los derechos humanos y el desmantelamiento de las instituciones democráticas, creo que las condenas contra Fujimori fueron justas. Pero hay casos por los cuales no pudo ser sentenciado como las esterilizaciones forzadas a mujeres. Ese es el caso más grave de todos los que tenía pendientes", apunta José Alejandro Godoy, autor de "El Último Dictador".
No obstante, a pesar de todas las evidencias, el ex autócrata peruano tiene aún muchos simpatizantes en Perú. "Parte de nuestra sociedad tiene una cierta cultura autoritaria y quiere líderes que ofrezcan, sobre todo, mano dura. Fujimori logró apropiarse el éxito de la lucha contra el terrorismo, la mejoría económica y tuvo una política más populista", cuenta Godoy. En esa misma línea opina la politóloga Bettina Schorr, quien cree que su hija Keiko "de alguna manera quiere perpetuar ese legado con posiciones y herramientas parecidas".
Tres días de duelo nacional por su fallecimiento
El Gobierno de Perú declaró tres días de duelo nacional por el fallecimiento del ex mandatario Alberto Fujimori (1990-2000), quien perdió la vida el miércoles tras una dura batalla contra el cáncer, difundió este jueves el diario oficial "El Peruano". El medio oficial detalló que de acuerdo con un Decreto Supremo, el Ejecutivo declaró duelo nacional los días 12, 13 y 14 de septiembre, en los que la bandera nacional será izada a media asta en todos los edificios públicos, instalaciones militares, bases, buques y otras instancias del Estado.
La medida, publicada en el primer minuto de este jueves, está refrendada por la mandataria de Perú, Dina Boluarte, así como por el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, al disponer "las honras fúnebres que corresponden" al fallecido ex mandatario. Alberto Fujimori, quien se encontraba en libertad desde diciembre de 2023 tras haberle sido restituido un indulto, murió el miércoles alrededor de las 18:00 hora local, "después de una larga batalla contra el cáncer", según confirmó su hija Keiko Fujimori.
La también política adelantó que los restos de su padre serán velados desde este jueves hasta el próximo sábado en el Museo de la Nación, ubicado en la sede del Ministerio de Cultura de la ciudad de Lima y de allí serán trasladados al cementerio Campo Fe de Huachipa. Keiko Fujimori agradeció también el "apoyo" y las "grandes muestras de solidaridad en estos momentos tan dolorosos", además de que estos tres días esperarán a "quienes quieran despedirse de él personalmente".
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