El caos que afecta por estas fechas a los aeropuertos europeos, colapsados de pasajeros que intentan abordar aviones para irse de vacaciones en medio de una histórica escasez de personal de seguridad, limpieza y azafatas, ha llevado a que algunos recintos adopten medidas drásticas. En el aeropuerto de Heathrow, por ejemplo, en Londres, los administradores pidieron a las aerolíneas limitar el número de pasajes en oferta y, además, reducir a 100.000 el número de pasajeros diarios.
En Ámsterdam, en tanto, las largas filas, con esperas de hasta seis horas para pasar la revisión de seguridad, han llevado al personal a repartir helados, agua helada y otros refrescos para paliar el calor. Debido a la pandemia, muchas empresas aeroportuarias, y también las aerolíneas, despidieron a una parte importante de su personal, y ahora son incapaces no solo de recontratarlos, sino de hacer frente a la avalancha de viajeros, una vez levantadas casi todas las restricciones impuestas tras la llegada del coronavirus.
El caos en los aeropuertos se ha visto también en Lisboa, París o Colonia, en Alemania, donde se repiten escenas de pasajeros enfadados por vuelos perdidos o cancelados, aerolíneas sobrepasadas por la demanda, el temor a demandas colectivas por incumplimiento de servicios y maletas sin dueño conocido repartidas por todas partes. Porque uno de los asuntos más críticos es ese, el de la devolución del equipaje.
Mirá tambiénMás de 500 personas ya murieron en España por ola de calor
¿Y contratar más personal?
Precisamente ese problema tiene de cabeza a muchos operarios, al punto que el aeropuerto de Frankfurt, el de mayor movimiento en Alemania y uno de los más importantes de Europa, lanzó un inédito pedido a los viajeros: usar maletas de cualquier color, menos negra. El jefe de Fraport, la firma que administra el recinto, Stefan Schulte, dijo que en sus bodegas hay al menos 2.000 maletas sin poder ser entregadas aún a sus dueños (que volvieron a casa o llegaron a sus soñadas vacaciones sin sus pertenencias), y por ello lanzó la inesperada solicitud, con cierto aliento a crítica.
"Muchos viajeros usan maletas negras, y eso hace muy difícil identificarlas”, sostuvo. Para facilitar ese proceso a los funcionarios -y asegurar una devolución más rápida- pidió que se peguen autoadhesivos personalizados o amarrar a las maletas oscuras algo vistoso. También podría usarse una funda o incluso atar una cinta de regalo en alguna parte, todo sea por hacerla más reconocible. Otro de los consejos fue criticado por la Policía: poner la dirección de la casa en la maleta. "Eso es abrir la puerta a los delincuentes”, amonestaron los agentes.
Los medios alemanes han cuestionado que los aeropuertos, en vez de prepararse mejor para la temporada estival contratando a más personal, se limite a responsabilizar del desorden a los usuarios.