El Litoral
Un tribunal de Múnich condenó este miércoles a cadena perpetua a la principal acusada en el macrojuicio a la célula neonazi NSU, considerada responsable de la serie de violencia ultraderechista más sangrienta en Alemania desde la posguerra.
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La sentencia que pone fin a un juicio que se ha prolongado durante más de cinco años considera a Beate Zschäpe culpable del asesinato de ocho inmigrantes turcos, de uno griego y de una policía alemana entre los años 2000 y 2007. En Alemania, la pena de cadena perpetua se corresponde con una privación de la libertad por tiempo indeterminado, pero al menos durante 15 años.
La justicia también dictó una pena de cárcel de 10 años para Ralf W., acusado de conseguir armas para la el grupo Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU, por sus siglas en alemán), que la llamada "novia nazi" integraba junto a dos compañeros que se quitaron la vida en 2011, Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt.
Los otros tres encausados, André E., Carsten S. y Holger G., han sido condenados a penas que van desde los dos años y seis meses a los tres años de prisión.
Durante el proceso en el que fueron llamados a declarar más de cien testigos, Zschäpe mantuvo silencio y tan solo declaró a través de una carta leída por sus abogados y en otras dos ocasiones en la fase final del juicio, en la que tomó la palabra para desvincularse de los delitos que se le imputaban.
Los llamados "asesinatos del Bósforo" o "asesinatos del kebab", nombres con los que fue bautizada por la prensa esta trama ultraderechista que tenía en el punto de mira a ciudadanos de origen extranjero, causaron una gran conmoción en Alemania.
El caso, que comenzó a juzgarse en mayo de 2013, dejó al descubierto graves errores por parte de la Policía y los servicios de inteligencia germanos, que no tuvieron la mínima sospecha de una posible motivación racista y dirigieron las pesquisas hacia el entorno de las víctimas, indicando en un principio que eran ajustes de cuentas entre mafias extranjeras.
En el país llegó a hablarse de "desastre histórico sin precedentes" porque, entre otras cosas, se destruyeron documentos de relevancia antes de que concluyeran las investigaciones y se subestimó la amenaza que suponía la ultraderecha en Alemania.
En 2012, en una ceremonia de homenaje a las víctimas, la canciller alemana, Angela Merkel, pidió perdón a los familiares de los fallecidos y calificó los asesinatos de "una vergüenza para nuestro país", a la que vez que recalcó que un episodio similar no podía volver a repetirse.
Con información de dpa.