Carlos III: un año de reinado, con menos popularidad que Isabel II aunque sin escándalos
El monarca inglés cumple su primer aniversario en el trono y aunque las encuestan afirman que es menos “querido” que su madre o su hijo, el príncipe Guillermo, es “10%” más querido por su pueblo que cuando asumió.
Según una encuesta, el 55% de los británicos tienen una opinión positiva de Carlos III, frente a 44% un año atrás. Foto: Reuters.
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Luto nacional, grandiosa coronación, nuevo primer ministro, compromisos oficiales y escándalo familiar: el primer año del rey Carlos III de Gran Bretaña, de 74 años, alternó entre momentos históricos y una agenda más tradicional para este jefe de Estado de 15 naciones, con una función esencialmente ceremonial.
No hay acto público previsto para marcar el aniversario del ascenso del soberano, quien actualmente se encuentra en Balmoral, el castillo escocés donde Isabel II murió el 8 de septiembre de 2022, a los 96 años, tras un reinado récord de siete décadas.
Cuando era príncipe de Gales, era conocido por sus posturas firmes en temas como el medioambiente, la agricultura ecológica o la educación. "La transición fue mucho más suave de lo que algunos anticiparon y se sorprendieron de que Carlos pareciera adaptarse bien", analiza Pauline Maclaran, profesora de la Universidad Royal Holloway.
Carlos, Camila y la princesa Ana, este 2 de septiembre en Escocia. Foto: Reuters
La fastuosa coronación de Carlos y Camila, el 6 de mayo en la abadía de Westminster ante miles de invitados, reflejó el respeto por una larga tradición, así como el deseo de hacer evolucionar una monarquía que muchos británicos consideran obsoleta. Habrá "pequeños cambios, pero más bien preparará el terreno para (su hijo y heredero) Guillermo, quien podría ser el verdadero modernizador de la monarquía", señala Maclaran.
Si bien es menos querido que la difunta reina o que Guillermo, de 41 años, la popularidad de Carlos creció: según un sondeo de Yougov, 55% de los británicos tienen una opinión positiva de él, frente a 44% un año atrás.
El fallecimiento de Isabel II abrió una ligera grieta para el republicanismo que sólo terminó por ampliarse en algunos países de la Commonwealth, la última gran herencia británica de la etapa colonial. En Reino Unido, un 62% de los ciudadanos apuestan por la monarquía, sin grandes cambios con respecto a la etapa de la difunta reina, según la encuesta.
Los príncipes de Gales. Foto: Reuters
El 58% creen que la monarquía es una institución buena para el país y el 53% opinan que la Casa Real se merece todo el dinero que recibe, y eso que Carlos III acumula una de las grandes fortunas privadas del país -de unos 2.100 millones de euros, según un informe de The Guardian publicado en abril-.
Por otro lado, Carlos III ascendió al poder con una reina consorte, Camila, cuya imagen ahora mucho más consolidada, después de que Isabel II le diese el aval público que durante años le negó, aunque su popularidad sigue por debajo de la media de la familia real, en el 47%.
Un rey "más humano"
El primer mensaje de Navidad de Carlos III, una tradición en el país, fue seguido por 10,6 millones de telespectadores, un récord, y en sus numerosos viajes, el rey, a veces acompañado de su esposa Camila, se mostró en general accesible y cálido, lejos del carácter reservado de Isabel II.
"Incluso las fotos oficiales que publicaron son más relajadas (...) hay un poco más de humanidad", opina Jonathan Spangler, historiador de la Universidad de Mánchester. El monarca que a mayor edad llegó a ser coronado supo mostrarse "humilde y abordable" en un período económico difícil para los británicos, en plena crisis sobre la carestía de la vida, agregó.
En su opinión, su único error de comunicación hasta la fecha fue el episodio en que le dieron una pluma defectuosa para firmar un documento y reaccionó con impaciencia. No obstante, el movimiento antimonárquico se ha visto impulsado desde la muerte de Isabel II y, en muchas ocasiones, Carlos ha sido recibido entre abucheos y pancartas de protesta.
Hasta ahora el reinado de este soberano que despierta poco fervor no tuvo un "momento decisivo", afirma la historiadora Anna Whitelock. "Cuestiones importantes siguen en suspenso", como su respuesta a los llamados de disculpa por la herencia colonial británica o sus ventajas fiscales, señala.
De momento sólo realizó un viaje oficial al exterior, a Alemania, ya que su visita de Estado a Francia, programada para marzo, fue pospuesta a raíz de las protestas en este país contra las reformas de las pensiones.
Retomará el viaje a finales de setiembre, antes de una posible visita a África, según la prensa británica. Sin embargo, recibió a varios líderes extranjeros, como el presidente estadounidense Joe Biden, el sudafricano Cyril Ramaphosa y el ucraniano Volodimir Zelenski.
La reina Isabel II tenía un interés especial en la Commonwealth, que agrupa a las excolonias británicas, pero su hijo Carlos "tiene un enfoque más global, es un cambio interesante", comenta Jonathan Spangler, que hace hincapié en su compromiso con el cambio climático o su defensa de los refugiados ucranianos.
El monarca, entretanto, evitó cualquier posible polémica y recuperó el perfil estrictamente institucional que ya había marcado su madre, pese a que en su etapa como príncipe de Gales sí que se implicó en ciertas causas como la defensa del medio ambiente.
Mantiene un perfil exclusivamente institucional pese a que, en lo político, Reino Unido vivió un último año convulso. La última imagen oficial de Isabel II corresponde a su primer encuentro con la denostada Liz Truss, que se vio forzada a dimitir apenas 45 días después de instalarse en Downing Street para dejar paso al actual primer ministro, Rishi Sunak.
El futuro de la monarquía
Por edad, el reinado de Carlos III no batirá los récords de longevidad que alcanzó su madre, pero sí que parece llamado a esquivar el fantasma de la mera transición. En los sectores más monárquicos, pedían al primogénito de Isabel II que no se limitase a ser un mero transmisor de la corona entre su madre y su heredero, el príncipe Guillermo.
Sin embargo, en la mente de muchos está ya el siguiente paso en la línea sucesoria. El príncipe Guillermo, de 41 años, se mantiene como el miembro favorito de la familia real entre la ciudadanía, con un respaldo que asciende al 74%, ligeramente por encima del de la princesa Ana, hermana de Carlos.
También obtiene buenos datos la princesa de Gales, Catalina, que con un 72 obtiene el bronce en este particular pódium de imagen. En su caso, de hecho, apenas un 15 por ciento de los británicos tiene una visión negativa de ella, dato que aumenta al 20 por ciento para su marido y heredero.
Los retos del reinado de Carlos III
La monarquía tiene entre sus principales retos su propia autodestrucción familiar, la capacidad de sus propios integrantes para verse envueltos en polémicas que trascienden del ámbito privado al público y que, en algunos casos, rozan la esfera judicial.
El propio Carlos III personifica la capacidad de la monarquía para sobrevivir a sí misma, ya que su matrimonio fallido con la madre de sus dos hijos, Diana de Gales, y el posterior fallecimiento de ésta marcó un punto de inflexión para la Casa Real en cuanto a la gestión de su propia imagen. Para la historia quedará también la difusión de una conversación íntima en 1989 con quien por aquel entonces era su amante, Camila Parker Bowles.
En los últimos años, uno de los grandes protagonistas fue el príncipe Andrés, hermano del rey y despojado de honores tras verse implicado en un escándalo de presuntos abusos sexuales. Además, el hijo menor de Carlos III, el príncipe Harry, renunció a sus principales funciones como miembro de la familia real y ha aireado como nunca antes los trapos sucios de su familia, con alusiones directas tanto al rey como a su heredero directo.
De hecho, el príncipe Enrique vive de forma permanente en Estados Unidos y apenas viaja a Reino Unido. Sus últimas visitas coincidieron con la ceremonia de coronación de su padre, el 6 de mayo, y un juicio contra un grupo de medios al que el hijo menor de Carlos III acusa de haber ejercido desde espionaje a presiones.
"Carlos lo manejó bien. Se apegó al mantra de la reina: 'no expliques, no te quejes'", asegura Pauline Maclaran.
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