Miles de bielorrusos tomaron este jueves las calles de la capital Minsk y otras ciudades del país, en el duodécimo día de protestas y pese a amenazas de más represión, para exigir la renuncia del presidente, Alexander Lukashenko, que el pasado 9 de agosto extendió su mandato, que ya lleva 26 años, en elecciones que la oposición considera fraudulentas.
Lukashenko calificó ayer a los manifestantes de "títeres occidentales" y amenazó a los líderes opositores con cargos penales, horas después de que la Unión Europea (UE) rechazara los resultados de las elecciones, expresara su solidaridad con los manifestantes y anunciara que prepara sanciones contra los funcionarios bielorrusos responsables de las brutal represión.
El líder bielorruso, de 65 años, desestimó las críticas de la UE y dijo a sus líderes que se ocuparan de sus propios asuntos.
Las protestas se desataron la misma noche de las elecciones, cuando la Comisión Electoral entregó los primeros resultados.
Hasta el momento, la represión desatada contra los manifestaciones, en las que las fuerzas de seguridad admitieron haber usado munición real contra los participantes, se saldaron con al menos tres muertos, cientos de heridos y unos 7.000 detenidos.
El presidente ruso Vladimir Putin, a pesar de recurrentes tensiones entre su país y Bielorrusia, dio su respaldo a su aliado Lukoshenko el pasado fin de semana y dijo a líderes de la UE que estaba dispuesto a colaborar para solucionar la crisis.