Como sucede desde hace cinco años, a finales de diciembre la Real Academia Española (RAE) presenta las novedades del Diccionario de la Lengua Española. Este año son 3.836 las modificaciones de lo que es ya la versión electrónica 23.5 del diccionario, consensuadas entre las 23 corporaciones de todo el mundo que conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). Entre las incorporaciones destacan bitcóin, cachopo (sí, no estaba como alimento), criptomoneda, gentrificación, geolocalizar, quinoa y transgénero. Seguro que usted ya ha dicho y escrito esas palabras, pero ahora ese reflejo de la sociedad forma parte del diccionario.
En un acto en la RAE con el director de la institución, Santiago Muñoz Machado; la directora de la vigesimocuarta edición del DLE, la académica Paz Battaner, ha subrayado la cantidad de novedades de esta ocasión, mientras que “en 2019 fueron unas 1.100 y cerca de 2.500 en 2020″. Este crecimiento se debe sobre todo a “la digitalización y tecnificación de la sociedad”. De ahí que entren voces como bitcóin (moneda digital), bot (programa que imita el comportamiento humano), ciberacoso (acoso a través de internet), criptomoneda (moneda virtual gestionada por una red de computadoras que cuenta con un sistema de encriptación) y geolocalizar (determinar la ubicación de alguien o algo valiéndose de medios técnicos como el GPS). Una muy usada en el confinamiento por motivos laborales ha sido webinario (presentación de carácter formativo que se transmite vía internet, en la que los participantes pueden hacer comentarios).
Entre otros añadidos, uno vinculado a los urbanitas: gentrificación (proceso de renovación de una zona urbana, popular o deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por otra de mayor poder adquisitivo). Hay también novedades muy populares, como chuche (ya existía chuchería, pero ahora es válido este acortamiento tan infantil); o cuántas veces habremos escuchado lo de quedarse “ojiplático”, que es estar con los ojos como platos por asombro o sorpresa. También es seguro que habrá conocido a alguien que por su pachorra está “empanado”, que es alguien despistado, distraído, aturdido o confuso, según el diccionario. Una palabra que suma un significado es rayar, para referirse a alguien trastornado o loco, es decir, rayado. O para los que tienen problemas capilares, la voz anticaída se refiere a aquello que previene o evita alguna caída, especialmente la del cabello.
Otro campo renovado es el de la sexualidad, que incluye poliamor (relación erótica y estable entre varias personas con el consentimiento de todas ellas), transgénero (persona que no se siente identificada con su sexo anatómico), o su contraria, cisgénero: persona que se siente identificada con su sexo anatómico. Pansexualidad es la atracción sexual hacia cualquier individuo u objeto.
Entre las curiosidades añadidas, oídas sobre todo en medios de comunicación, lo de que algo “forma parte de su ADN”. Pues se agrega esa acepción como “esencia, naturaleza de alguien o de algo”. Además, “disfrutón”, que tiene gran capacidad de disfrute. No estaba top manta, pese a ser muy empleada hace años, para señalar la venta ilegal de productos generalmente falsificados y expuestos en el suelo sobre una manta o similar. En cuestiones de género, destaca obispa porque, como ha subrayado Battaner, “hay órdenes religiosas que ya las admiten”.
Preguntado Muñoz Machado sobre si habrá edición en papel de la vigesimocuarta edición (la anterior fue en octubre de 2014), ha confirmado que será así, pero ha advertido de que ahora los trabajos de las comisiones y plenos son “sobre una base digital” de tal magnitud que “podrían salir varios diccionarios, especializados”. Por lo que prevé una versión reducida. “Además, la difusión del anterior diccionario fue mediocre. Un diccionario es un libro que ha pasado a la historia, las editoriales notan que no tienen atractivo, y todos preferimos el manejo de la versión electrónica”.
Sobre cómo es el proceso de la incorporación de términos, Muñoz Machado ha subrayado que “la Academia intenta no precipitarse”. “Dejamos dormir a las palabras un rato a la puerta porque a veces se ponen de moda y desaparecen rápidamente. En los trabajos de los plenos y comisiones siempre suele ocurrir que alguien dice que esperemos”. El director de la RAE ha agregado que “desde cualquier ciudadano a un académico pueden proponer una palabra”, un proceso en el que intervienen comisiones, el pleno de la institución y que se consensúa con las otras academias antes de aceptar definitivamente una palabra.
La gastronomía alimenta la nueva edición de bastantes palabras, como ha destacado Battaner, aunque algunas sean muy familiares, como cachopo (plato típico de Asturias consistente en dos filetes de ternera con un relleno entre ellos, generalmente de queso y de jamón serrano, rebozados y fritos). En este caso se añade acepción, porque un cachopo ya era un tronco seco y hueco de un árbol. O más ligero es el sanjacobo, que tiene dos lonchas de jamón cocido o dos filetes finos entre los que se coloca queso. Hay un americanismo, del quechua, que se ha puesto de moda en los últimos tiempos: quinoa. Más cercano es el paparajote, el dulce murciano preparado con la hoja del limonero. Y quien se haya paseado por una feria en Andalucía es muy probable que se haya tomado un rebujito: bebida con vino manzanilla y refresco gaseoso. Siguiendo con el asunto de trasegar, hay entradas que se actualizan, como tinto, que incorpora “de verano”, para referirse a la bebida compuesta de vino y gaseosa o refresco de limón. Y, atención aficionados al vino, enoturismo: turismo por zonas de producción de vino con visitas a bodegas y viñedos y degustación de caldos.
En otro año de pandemia, el coronavirus ha vuelto a meter palabras en el diccionario. Entre ellas destacan las formas complejas “burbuja social”, que es en una pandemia el grupo de personas que pueden mantener contacto entre sí con escaso riesgo. Y nueva normalidad, definida como la situación en que la vida habitual se modifica debido a una crisis o razones excepcionales, como una pandemia. Vocablos muy empleados se han actualizado por nuevos usos, como triaje (clasificación de los pacientes según su dolencia para establecer el orden en que deben ser atendidos) o vacunología (rama de la terapéutica que estudia las vacunas). Por seguir con términos médicos, en este caso propios de regiones hispanoamericanas, sobresalen emergenciólogo y urgenciólogo, que son los especialistas en atención hospitalaria en urgencias.
También son americanismos chuteador, que lanza el balón fuertemente con el pie; sambar (bailar samba). Y si nos vamos a México, el popular “valer madre”, para algo que importa poco.
Y para terminar, después de cada párrafo de este texto u otro en cualquier ordenador se da un “intro”, que ya es un válido acortamiento de la palabra introducir: es la tecla que ejecuta la acción señalada o añadir una línea.
Con información de El País