El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sostuvo que si la izquierda opositora vence el próximo año en los comicios presidenciales "se quedará 50 años" en el poder, al pedirles al sector financiero y empresarial el apoyo a su agenda de gobierno. Al celebrar 1.000 días de gobierno, Bolsonaro defendió haber instaurado una gestión militar en el gabinete y afirmó que "las Fuerzas Armadas no cumplirían órdenes absurdas", ni de él ni de otro gobernante.
También repudió la exigencia de la vacuna contra el coronavirus porque consideró que afecta "la libertad, algo superior a la propia vida". "Extraño la época anterior a la presidencia cuando podía dar una vuelta por la playa, pero sigo aquí por el futuro de mi hija de diez años. La película del futuro ya la vivimos por catorce años (en referencia a los gobiernos de Luiz Lula da Silva y Dilma Rousseff). Si vuelven será por cincuenta años, como mínimo. ¿Es eso lo que ustedes quieren para nuestra patria?", dijo Bolsonaro en un discurso en el Palacio del Planalto, la sede del Gobierno.
Encuestas divulgadas la semana pasada por varios institutos demoscópicos indican que el expresidente Lula (2003-2010), del Partido de los Trabajadores (PT) es el favorito a vencer las elecciones incluso en primera vuelta, por más de 24 puntos de distancia de Bolsonaro. En un acto del banco público Caixa Económica Federal para lanzar una línea de crédito, Bolsonaro prometió al mercado financiero no intervenir en el precio del combustible ni del la tasa de cambio.
"Queríamos el dólar a 4,50, combustible más barato. Les digo que todo puede ser peor y estamos abiertos para dialogar", dijo en defensa del ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, y en una confirmación de que no presionará a Petrobras para reducir el precio del combustible. Repitió que la inflación récord desde 2015 en Brasil se debe a movimientos mundiales y a las cuarentenas dictadas por gobernadores.
Luego que el domingo se cumplieran 1.000 días de gobierno, Bolsonaro volvió a agitar el fantasma de la crisis económica de la vecina Venezuela para pedirles a los banqueros y empresarios presentes mantener el apoyo a su gestión. "En los años 90 Venezuela era una potencia energética. A veces no nos damos cuenta adónde nos pueden llevar. El futuro pasa por quién ustedes pongan para pilotear el país", expresó.
El ultraderechista ex capitán del Ejército se refirió al rol de las Fuerzas Armadas siendo el presidente el comandante en jefe. A la vez, justificó la amistad que mantiene con el sector castrense la población militar en el Poder Ejecutivo, con ministros y más de 6.000 cargos en toda la administración federal. Luego de que fracasara una amenaza de golpe contra el Supremo Tribunal Federal, lanzada el 7 de setiembre, Bolsonaro volvió a poner a las Fuerzas Armadas como un moderador de la República.
"Las Fuerzas Armadas están bajo mi comando, pero si algún día yo les diera una orden absurda ellas no la cumplirían. Ni conmigo, ni con ningún otro gobierno. Las Fuerzas Armadas deben ser respetadas", afirmó. Además, sostuvo que el Ministerio de Defensa fue creado en 1999 para sacar a los militares de la casa de gobierno y ponerlo bajo control civil.
Bolsonaro admitió que proporcionalmente nombró más militares en la administración pública que los de la dictadura militar, de Humberto Castello Branco hasta Joao Baptista Figueiredo, de 1964 hasta 1985. El mandatario, quien el domingo dio negativo para Covid-19 luego de permanecer aislado cinco días, fustigó la "falta de libertades" de exigir pasaportes de la vacuna como le ocurrió la semana pasada en Nueva York, donde fue obligado a comer frente a una pizzería en la vereda por no estar vacunado, en ocasión de su viaje a la Asamblea General de la ONU.
Bolsonaro debió hacer aislamiento luego de que diera positivo su ministro de Salud, Marcelo Queiroga, quien se encuentra en cuarentena en Nueva York. El mandatario minimizó la vacunación al afirmar que Queiroga y su hijo Eduardo se vacunaron y adquirieron el virus y él no, sin aclarar que la vacuna no previene el contagio, sino los efectos más perjudiciales del virus.
También calificó como un "ataque a la libertad de expresión" el despido de la cadena CNN Brasil de su aliado Alexandre García, ex periodista estrella de la cadena Globo y quien fuera vocero del último dictador, el general Figueiredo. García fue echado por haber defendido la cloroquina como un remedio preventivo de la pandemia y el accionar de la empresa Prevent Senior en aplicarla a sus pacientes como ensayos médicos escondiendo supuestamente al menos siete muertes. El caso está bajo investigación de la fiscalía de San Pablo y de la comisión investigadora de la pandemia del Senado.