El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, confirmó hoy que el domingo viajará a Nueva York para participar, desde el martes 21, en la apertura de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), a pesar de que aún no está vacunado contra el coronavirus, una exigencia para asistir al encuentro internacional.
"Viajo el domingo, hago el discurso de apertura el martes y luego regreso", declaró el mandatario, sin aludir a la polémica que existe en Naciones Unidas sobre la vacunación contra la covid-19, que exige el ayuntamiento de Nueva York, donde está la sede del organismo, reportó la agencia de noticias AFP.
La ONU señaló que como organismo dirigido por los Estados miembros no puede imponerle condiciones a los gobernantes pero de todos modos estudia la posibilidad de atender las preocupaciones de las autoridades de Nueva York, que a su vez no tienen control sobre el recinto del organismo internacional.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, la obligatoriedad de la vacuna no puede ser impuesta a Bolsonaro en su condición de jefe de Estado, aunque el personal diplomático que le acompañe cumplirá con ese requisito.
Bolsonaro lidera una corriente negacionista de las vacunas al sostener que son experimentales y su aplicación no obligatoria, además que desde el inicio de la pandemia minimizó la gravedad del coronavirus, a pesar de que Brasil es el segundo país del mundo en cantidad de contagios y acumula más de 21 millones de muertos por la enfermedad.
Sin embargo, el mandatario de ultraderecha no se vacunó y dijo en diversas ocasiones que será "el último" brasileño en hacerlo, si es que llegara a hacerlo.
El martes, garantizó estará en la ONU para "mostrar las verdades, las realidades de Brasil y lo que representa para el mundo", sin adelantar detalles sobre su discurso, que en su condición de presidente brasileño, y como es tradicional, será el que inaugurará la Asamblea General.
El único punto que ya adelantó que tocará en su pronunciamiento será un debate sobre los derechos ancestrales de los indígenas brasileños a las tierras que existe en Brasil y es objeto de un juicio en la Corte Suprema.
En ese proceso se delibera sobre el llamado "marco temporal", que solamente reconoce como tierras indígenas aquellas que los pueblos originarios ocupaban al día 5 de octubre de 1988, cuando se promulgó la actual Constitución brasileña.
Los indígenas sostienen que esa tesis acaba con sus "derechos ancestrales" y favorecería la legalización de áreas ocupadas antes de esa fecha por terratenientes que expulsaron por la fuerza a sus habitantes originarios a lo largo de décadas.