Al son de Richard Wagner, el compositor favorito de Adolf Hitler, el máximo responsable de cultura de Brasil, Roberto Alvim, copió trechos de un discurso del ministro de Propaganda del führer nazi, Joseph Goebbels. “El arte brasileño de la próxima década será heroico y nacional. Estará dotado de una gran capacidad de implicación emocional y será igualmente imperativo (...) o de lo contrario no será nada”, afirmó Alvim en un vídeo oficial difundido en redes este jueves por la noche, flanqueado por una bandera brasileña y una cruz. Horas después de estallar la polémica, el presidente Jair Bolsonaro lo cesó del cargo.
El ultraderechista Bolsonaro ha explicado en una nota que “un pronunciamiento desafortunado, aunque se haya disculpado, se ha convertido su permanencia insostenible. Reitero nuestro repudio a las ideologías totalitarias y genocidas”. La declaración del responsable de Cultura había indignado a los presidentes del Congreso y del Supremo, a la Confederación Israelita de Brasil y a miles de internautas. La frase del propagandista nazi de la que se inspiró decía: “El arte alemán de la próxima década será heroico, será ferozmente romántico, será objetivo y libre de sentimentalismo, será nacional con gran patetismo e igualmente imperativo... o de lo contrario no será nada”.
Tenés que leerJair Bolsonaro vinculó a Qassem Soleimani con el atentado a la AMIATras la polémica, Alvim ha atribuido la semejanza con las palabras de Goebbels a “una coincidencia retórica" y ha afirmado que el discurso fue elaborado con ideas “traídas por asesores” que hicieron una búsqueda sobre “arte nacionalista”. Además, ha añadido que, de haber sabido “el origen de la frase, nunca la hubiera pronunciado”. El secretario de Cultura, el máximo responsable de la cartera en un Gobierno empeñado en derechizar las artes, ha explicado en una entrevista posterior que escribió el 90% del discurso, pero no los extractos copiados de Goebbels. Antes también había dicho que "el origen [de la frase] es falso, pero las ideas contenidas en la oración son absolutamente perfectas”. El vídeo donde copia al jefe nazi fue elaborado para lanzar el Premio Nacional de Arte, “el mayor proyecto cultural del Gobierno Bolsonaro”.
Esta no es la primera vez que miembros de primer nivel del bolsonarismo emulan regímenes autoritarios. El ministro de Economía, Paulo Guedes, defendió dos veces el decreto AI-5 de la dictadura militar, que endureció la represión y se conoce como el "golpe dentro del golpe". El discurso se produjo después de una referencia al AI-5 por parte del propio hijo del presidente, el diputado federal Eduardo Bolsonaro, quien defendió la medida si la "izquierda se radicaliza". El propio presidente hizo su carrera política defendiendo a los torturadores de la dictadura, como el fallecido coronel del Ejército Carlos Brilhante Ustra, famoso por insertar ratones en la vagina de presas políticas.
El discurso de Alvim pone a Bolsonaro en una situación difícil. Elegido con el respaldo de gran parte de la comunidad judía del país, el presidente se ha esforzado por fortalecer los lazos con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. La Confederación Israelita de Brasil ya ha emitido una nota diciendo que es “inaceptable el uso del discurso nazi por parte del secretario”. “Es una señal aterradora de su visión de la cultura que debe ser combatida y contenida”, dice el texto.
Las críticas han llegado incluso del interior del bolsonarismo. El filósofo Olavo de Carvalho, el principal ideólogo del Gobierno, ha declarado que era "temprano para juzgar, pero quizá Roberto Alvim no está bien de la cabeza. Veremos”. El presidente del Congreso, Rodrigo Maia, ha reclamado la salida inmediata del máximo responsable de la política cultural: “Ha ido más allá de todos los límites. Es inaceptable. El gobierno brasileño debería destituirlo urgentemente de su cargo”, ha tuiteado. El presidente del Tribunal Supremo Federal (STF), José Antonio Dias Toffoli, ha afirmado: “Debemos repudiar con toda vehemencia la inaceptable agresión que supone la afirmación hecha por el secretario de Cultura. Es una ofensa para el pueblo brasileño, especialmente para la comunidad judía”.