El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ratificó este miércoles la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia, que fue aprobada en 2013 en Guatemala durante la 43ª sesión de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
El tratado había sido promulgado por el Congreso brasileño en febrero pasado, pero el respectivo decreto exigía la ratificación del jefe de Estado para confirmar la adhesión de Brasil al compromiso internacional.
Mediante la ratificación de la convención, Brasil se comprometió a prevenir, eliminar, prohibir y sancionar todos los actos y manifestaciones de racismo, discriminación racial y formas conexas de intolerancia.
El líder ultraderechista brasileño, que durante la campaña electoral de 2018 fue acusado de racismo por antiguas y polémicas declaraciones consideradas como discriminatorias, ratificó la convención en un rápido y poco divulgado acto oficial en la sede de la Presidencia.
La ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, Damares Alves, una de las pocas asistentes al acto, publicó en sus redes sociales un video del momento de la firma del documento, en el que calificó el hecho como "histórico".
"Estoy muy feliz por este momento y quiero agradecer el trabajo y la participación para que pudiéramos dar este nuevo paso en la erradicación del racismo en Brasil", afirmó el gobernante en el acto.
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La Convención señala que la discriminación se da cuando existe distinción, exclusión, restricción o alguna preferencia con base en la raza, color, ascendencia u origen nacional o étnico de un individuo "con el propósito o efecto de anular o restringir el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de uno o más derechos humanos y libertades fundamentales consagrados en los instrumentos internacionales aplicables a los Estados partes".
El texto también tipifica la discriminación por orientación sexual, identidad de género y por condición infecto-contagiosa estigmatizada.
La Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia es el resultado de las negociaciones iniciadas en 2005 por la OEA, en las que Brasil tuvo un papel destacado.
El gigante suramericano lideró en tres oportunidades el grupo de trabajo que elaboró el documento, que fue firmado por Brasil en 2013 y encaminado en 2016 al Congreso, que solo lo promulgó este año.
Brasil es el país con mayor número de afrodescendientes del mundo y casi el 55 % de su población es negra o mulata. No obstante, el 75 por ciento de los pobres de todo el país son negros, los más afectados por la pandemia de la COVID-19.