El jueves comenzó con nuevos episodios de ataque entre Israel y Hezbollah, fuerza paramilitar establecida en Líbano y con apoyo de Irán, registrando bombardeos mutuos en la zona fronteriza.
El grupo paramilitar libanés prometió venganza. Desde Tel Aviv anunciaron la misión para recuperar tierras en el norte.
El jueves comenzó con nuevos episodios de ataque entre Israel y Hezbollah, fuerza paramilitar establecida en Líbano y con apoyo de Irán, registrando bombardeos mutuos en la zona fronteriza.
Se trata de las primeras consecuencias tras el impactante hackeo masivo a los beepers (martes) y los walkies - talkies (miércoles) de los miembros del grupo chiita, los cuales explotaron tras sobrecalentar de forma forzada sus baterías y provocando al menos 22 muertos (entre ellos dos niños) y casi 3.000 heridos, según el gobierno libanés.
El hecho dejó en evidencia las avanzadas capacidades de la Unidad 8200, el grupo mayor de los Cuerpos de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), y la prioridad en la “guerra de guerrillas” y agentes que ha establecido Tel Aviv.
Al otro lado de la línea divisoria, el grupo terrorista ingresó en una de sus etapas más sensibles al quedar vulnerado su anticuado, pero no menos seguro hasta el 17 de septiembre, sistema interno de comunicación. Además, el duro golpe los obliga a llevar a cabo una represalia.
La duda gira en torno a qué capacidad posee el grupo libanés para llevar a cabo dicha tarea. Su “gran” respuesta a los ataques contra altos mandos de su estructura y de Hamás fueron los 300 drones enviados a las ciudades centrales de Israel, los cuáles no generaron mayores daños. En contraparte, los chiitas ya sufrieron más bajas que en el conflicto de 34 días en 2006.
Incluso, los primeros en atacar este jueves fueron las FDI con un bombardeo nocturno a locaciones militares centrales de Hezbollah en la zona fronteriza.
Desde el espacio militar detallaron que las zonas de Chihine, Tayibe, Blida, Meiss el Jabal, Aitaroun y Kfarkela fueron los blancos del bombardeo, pero el mayor objetivo fue el área de Khiam, donde se hallaba un importante almacén.
Sin conocerse si se trató de una improvisación tras este bombardeo o si fue en el marco de una planificación mayor en respuesta a las explosiones masivas de los dispositivos de comunicación, Hezbollah atacó puntualmente a los militares israelíes ubicados en la zona de Ramim Ridge.
Según el medio local The Times of Israel, los estallidos provocaron heridos en ocho miembros de las FDI.
Con la idea de que sí haya novedad en el frente, el gobierno de Israel manifestó por canales oficiales el plan de recuperar los asentamientos de la región norte, donde Hezbollah propinó la mayoría de sus detonaciones.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Herzi Halevi, anunció este miércoles estrategias ofensivas: "La regla es que siempre que trabajemos en cierto punto, las próximas dos etapas están listas para salir ya fuertes y hacia adelante. En cualquier etapa el precio para Hezbolá debería ser alto". No se hizo alusión al ataque cibernético.
El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, también comentó que se acerca "el inicio de una nueva fase de la guerra", y agregó que "el centro de gravedad se está desplazando hacia el norte".
El foco en Hamás nunca fue tan serio y en este septiembre de 2024 queda en mayor evidencia. El hecho de estar emplazado en Franja de Gaza, los orígenes del grupo terrorista como “oposición” financiada dentro de Palestina y la actual cooperación de naciones como Irán y Qatar, la definen más como una pequeña guerra proxy.
Lo concreto es que tras la escalada de los intercambios bélicos en la zona fronteriza, unos 60.000 israelíes fueron desplazados de sus hogares y el gobierno de Benjamín Netanyahu se abraza a este concepto. Por el lado de Líbano, sin control sobre Hezbollah, no se planificó respecto a los 100.000 refugiados de su lado.
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