Brasil registró este miércoles un récord de 1.349 nuevas muertes por COVID-19 en un único día, con lo que el total de fallecimientos por la pandemia en el gigante latinoamericano se elevó a 32.548, informó el Ministerio de Salud.
Brasil registró este miércoles un récord de 1.349 nuevas muertes por COVID-19 en un único día, con lo que el total de fallecimientos por la pandemia en el gigante latinoamericano se elevó a 32.548, informó el Ministerio de Salud.
Se trata del segundo récord consecutivo pues Brasil ya había contabilizado el martes 1.262 nuevas muertes, hasta entonces el mayor número en un único día desde que el país registró la primera víctima por la enfermedad hace solo dos meses y medio.
El fuerte salto del número de fallecidos en los dos últimos días confirma a Brasil como el cuarto país con mayor número de muertes por la pandemia en el mundo, por detrás de Estados Unidos, Reino Unido e Italia, y lo deja muy cerca del tercer lugar ya que, según los datos de la Universidad Johns Hopkins, las víctimas italianas sumaban hasta hoy 33.601, pero su curva ya es descendente.
De acuerdo con el boletín divulgado por el Ministerio de Salud, en las últimas 24 horas se registraron 28.633 nuevos casos de la enfermedad, ligeramente por debajo de los 28.936 nuevos contagios de la víspera.
El número total de contagiados subió a 548.016 desde que el país registró el primer caso del nuevo coronavirus el 26 de febrero pasado, lo que confirman a Brasil como el segundo país con más casos en el mundo después de Estados Unidos (1.850.144) y como el epicentro de la pandemia en América Latina.
Según el boletín del Ministerio, 312.851 pacientes, que constituyen el 53,6 % del total de infectados, aún están bajo cuidados médicos, mientras que 238.617 (40,9 %) se recuperaron y recibieron el alta.
Las elevadas cifras de casos y muertos se producen en momentos en que varios Gobiernos regionales y municipales de Brasil pusieron en marcha esta semana procesos graduales de desescalada de las medidas de paralización económica y comenzaron a flexibilizar las orientaciones de distanciamiento social.
La flexibilización es criticada por especialistas y científicos, que consideran que el país aún está lejos del pico de la curva de contagios, lo que está previsto para julio, y que en algunas regiones la infraestructura hospitalaria aún puede colapsar.
Sao Paulo lidera número de casos
Entre los estados que iniciaron procesos de flexibilización de las medidas restrictivas destaca Sao Paulo, el más poblado de Brasil, con 46 millones de los 210 millones de habitantes del país; el más rico e igualmente el más afectado por el COVID-19.
Según el boletín del Ministerio, dos días después de iniciar su desescalada, el estado de Sao Paulo acumula 123.483 casos de la enfermedad y 8.276 víctimas, muy por encima de los registros del estado de Río de Janeiro, que suma 59.240 casos y 6.010 muertes.
La desescalada es presionada por el presidente Jair Bolsonaro, uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia, que llegó a calificar el COVID-19 como una "gripecita" y que desde el comienzo de la crisis defiende el fin de las medidas de distanciamiento impuestas por los Gobiernos regionales y la normalización de todas las actividades.
Para el líder ultraderechista, que perdió sus dos últimos ministros de Salud por divergencias sobre la estrategia frente al COVID-19, más de la mitad de la población contraerá la enfermedad independiente de las medidas de aislamiento que se adopten por lo que su prioridad es evitar que la crisis económica pueda provocar un número superior de muertes.
El número récord de muertes en Brasil coincidió con la alerta hecha hoy por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la preocupante evolución de la pandemia en Suramérica y Centroamérica, regiones en los que el ritmo de aumento diario de casos se sigue acelerando.
El director de Emergencias Sanitarias de la OMS, Mike Ryan, dijo que resulta inquietante la intensidad con la que el virus SARS-CoV-2 se está transmitiendo en el conjunto de la sociedad latinoamericana, muy en particular en Brasil y Perú.
"Cuando esto ocurre es muy difícil extirparlo de raíz. Se requiere una estrategia integral, no solo medidas sociales, sino una comunidad empoderada y una sólida coordinación gubernamental", opinó.