Martes 28.3.2023
/Última actualización 12:38
Socorristas y autoridades de Ecuador trabajan incansablemente para encontrar sobrevivientes del deslizamiento de tierra que dejó al menos siete personas muertas y más de 60 desaparecidas, según el más reciente balance entregado por el presidente Guillermo Lasso.
Desesperada búsqueda
Armados de picos y palas y acompañados de perros, decenas de rescatistas y lugareños excavan entre los escombros.
Una casa está parcialmente cubierta de lodo después de un deslizamiento de tierra provocado por fuertes lluvias. Créditos: Karen Toro/Reuters"Cinco (familiares) están aquí enterrados", dijo Manuel Upai, un agricultor y albañil de 40 años, que no quita la mirada del lodo.
Busca a sus suegros que quedaron sepultados, cuando el domingo en la noche parte de la montaña se vino abajo en Alausí, en la provincia de Chimborazo (300 km al sur de Quito).
"Lamento mucho que hayan fallecido siete personas y que al momento están desaparecidas 62 personas", expresó el mandatario la noche del lunes al llegar a Alausí.
La gente se sienta en medio de los escombros. Créditos: Karen Toro/ReutersLos balances de víctimas han sido contradictorios. En la tarde del lunes el gobierno revisó a la baja la cifra de muertos que había informado en la mañana, pasando de 16 a 7 fallecidos, y aumentó a 46 el cálculo de desaparecidos que sigue creciendo con el paso de las horas.
"Vamos a seguir trabajando en labores de rescate", sostuvo el mandatario. Las autoridades ordenaron evacuar unas 600 viviendas que siguen en pie en la zona del desastre, que sorprendió a Alausí hacia las 21H00 locales (02H00 GMT) del domingo.
Nos estamos "poniendo en manos de Dios y aquí trabajando a ver qué tratamos de rescatar", comentó Upai junto al derrumbe.
Un soldado ayuda en el sitio de un deslizamiento de tierra. Créditos: Karen Toro/ReutersBuscan señales de vida
Desde la madrugada, cerca de 300 rescatistas hurgan entre lodo y piedras buscando señales de vida.
En el lugar del deslizamiento, láminas de metal retorcido y troncos partidos a la mitad sobresalían de entre la tierra, constataron reporteros.
En la mente de María Villa, una mujer de 46 años, aún retumba el "ruido fatal" de la montaña al desprenderse. Ella, su esposo y su hija se salvaron de milagro cuando escaparon por una ventana.
Sus vecinos murieron y el coliseo que estaba frente a su casa quedó bajo tierra.
"Preparé la comida (...) y escuché un ruido", relata angustiada a la AFP. Enseguida su esposo gritó: "El cerro se viene encima".
María, quien se dedica al alquiler de maquinaria de construcción, reconoce que las autoridades les habían recomendado evacuar la zona, declarada en febrero en alerta amarilla por deslizamientos de tierra.
"Esta semana nos advirtieron que salgamos, pero la verdad da pena dejar nuestras cosas. Yo sé que la vida vale más, pero es un dolor tan fuerte", lamentó.
Meses antes, los expertos habían alertado sobre el hundimiento de una vía en el sector donde se desprendió parte de la montaña.