En el primer comentario público del gobierno ruso sobre el ataque del miércoles a un hospital de maternidad en la ciudad asediada de Mariupol, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov no negó ni eludió la responsabilidad del ataque.
A su vez, Lavrov negó que hubiera pacientes, y acusó "a los medios occidentales" de estar presentando únicamente "el punto de vista ucraniano". Justificó el ataque diciendo que el lugar había sido tomado anteriormente por combatientes radicales ucranianos de extrema derecha que lo utilizaban como base.
Aunque había muchas imágenes de civiles heridos en el ataque y la municipalidad dijo que había un niño entre las tres personas muertas, Lavrov afirmó que todos los pacientes y las enfermeras fueron trasladados del hospital antes del asalto.
Según el ministro, el gobierno ruso presentó documentos al Consejo de Seguridad de la ONU en una reunión celebrada en marzo que corroboran que este centro hospitalario estaba en manos de un grupo nacionalista extremo llamado Azov y otras organizaciones radicales.
Lavrov a su vez desestimó la preocupación por los ataques militares rusos contra la población civil, calificándolos de "gritos patéticos" de sus enemigos.
"Hay una rusofobia en todo Occidente dirigida desde Estados Unidos", sostuvo Lavrov.
El ministro de Asuntos Exteriores aseguró además que el presidente ruso, Vladimir Putin, está dispuesto a reunirse con su par ucraniano, Volodimir Zelenski, al tiempo que aludió a las conversaciones en Bielorrusia como único formato viable.
En una rueda de prensa tras reunirse en Turquía con el canciller ucraniano, Dmitro Kuleba, y el turco, Mevlut Cavusoglu, Lavrov, el jefe de la diplomacia rusa afirmó que Putin está dispuesto a un encuentro con Zelenski si esta reunión aporta un "valor añadido" y sirve para llegar a una solución y para "fijar acuerdos concretos".