La empresa biotecnológica china Sinogene fue la encargada de la clonación de la hembra de esta especie, un animal catalogado por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza como especie amenazada, informaron medios estatales chinos.
Según los responsables del proyecto, "Maya" se encuentra en buen estado de salud en un laboratorio de la firma ubicado en la provincia de Jiangsu, en el este de China.
La empresa biotecnológica china Sinogene fue la encargada de la clonación de la hembra de esta especie, un animal catalogado por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza como especie amenazada, informaron medios estatales chinos.
La clonación fue anunciada a mediados de septiembre por la compañía, cien días después del nacimiento del animal.
Según los responsables del proyecto, "Maya" se encuentra en buen estado de salud en un laboratorio de la firma ubicado en la provincia de Jiangsu, en el este de China.
El nacimiento del primer lobo ártico salvaje clonado del mundo es un hito para la aplicación de la tecnología de clonación, que es de gran importancia para la conservación de animales raros y en peligro de extinción y la biodiversidad, dicen algunos los expertos.
"Para salvar al animal en peligro de extinción, comenzamos la cooperación de investigación con Harbin Polarland [un parque temático en la provincia de Heilongjiang, en el noreste de China] sobre la clonación del lobo ártico en 2020", dijo Mi Jidong, gerente general de Sinogene, con sede en Pekín, en una conferencia de prensa.
"Después de dos años de arduos esfuerzos, el lobo ártico fue clonado con éxito. Es el primer caso de este tipo en el mundo", añadió.
La célula donante fue obtenida a partir de una muestra de piel de una hembra de lobo ártico de origen canadiense, también de nombre "Maya", según le dijeron a BBC Mundo voceros de la empresa.
Mientras tanto, el ovocito -células germinales femeninas que se generan en los ovarios- procedía de una perra cuya raza no fue precisada y la gestación la desarrolló una perra de raza Beagle, explicó el subdirector de Sinogene, Zhao Jianping.
Los científicos implantaron un total de 85 embriones en los úteros de siete perras Beagle, indicó Zhao, según el diario Global Times.
El experto agregó que la elección de una perra para gestar el clon se debe a las similitudes genéticas entre ambas especies.
"Maya" será trasladada dentro de algún tiempo a Harbon Polarland, donde inicialmente no se incorporará al resto de los lobos árticos que viven en ese lugar ante la posibilidad de que no se adapte a la convivencia en manada.
Algunos científicos ajenos al proyecto de clonación de "Maya" plantearon dudas técnicas y éticas sobre el procedimiento.
Sun Quanhui, científico de la Organización Mundial de Protección de los Animales, le dijo al diario Global Times que la tecnología de clonación ha progresado mucho desde sus inicios, pero aún se está perfeccionando y en la etapa exploratoria todavía queda mucho por investigar en aspectos como los posibles riesgos para la salud asociados a los animales clonados.
Para Sun, la clonación debe considerarse solo para especies a punto de extinguirse, o para aquellas que ya se encuentran extintas en su entorno salvaje y de las que solo perviven ejemplares en cautiverio.
China realizó en el pasado anuncios sobre avances en la tecnología de clonación, un campo en el que registró el nacimiento en 2018 de dos primates genéticamente idénticos, clonados con la misma técnica usada con la famosa oveja Dolly.
El país también fue protagonista de fuertes críticas en 2018 luego de que se conociera el caso del científico chino He Jianku, quien creó los primeros bebés modificados genéticamente.
En 2019, el científico fue condenado a tres años de prisión y fue liberado en abril pasado.
Las autoridades del país asiático aseguran que He Jianku violó las legislación tras realizar experimentos con embriones humanos, para tratar de protegerlos contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
El escándalo llevó a las autoridades chinas a revisar sus normativas respecto de la modificación genética en humanos, que ahora exigen una aprobación de nivel nacional para investigaciones clínicas en ese campo o en otras "tecnologías biomédicas de alto riesgo".