Las autoridades de al menos 12 ciudades de China han advertido a los ciudadanos que rechacen la vacuna COVID-19 podrían ser castigados si se determina que son responsables de la propagación de nuevos brotes.
Si se determina que son responsables de rebrotes, particularmente por la variante Delta, los que rechacen la vacuna COVID-19 podrán ser castigados en dicho país.
Las autoridades de al menos 12 ciudades de China han advertido a los ciudadanos que rechacen la vacuna COVID-19 podrían ser castigados si se determina que son responsables de la propagación de nuevos brotes.
China está ansiosa por erradicar la variante Delta más transmisible, que se ha extendido recientemente en varias regiones y prendió las alarmas tras meses de quietud.
Hasta el momento, China ha vacunado por completo a aproximadamente el 55% de su población, pero el gobierno busca alcanzar el 80% para poder hablar de inmunidad colectiva.
Aunque varios países y empresas comienzan a aplicar la obligatoriedad de la vacuna COVID-19, China parece ir mucho más allá al vincular el rechazo de la inmunización con un castigo, según describe The New York Times.
Sin embargo, no se ha especificado cuál sería el castigo ni cómo se investigará la responsabilidad de los no vacunados. De momento, las autoridades dijeron que "responsabilizarán" a las personas que se negaron a recibir la vacuna COVID-19 si tuvieron la culpa de propagar un nuevo brote. Aunque China ha logrado reducir su número de casos diarios a un solo dígito, el reciente brote ha representado una amenaza para la estrategia de cero casos que mantiene desde el inicio de la pandemia.
Hace aproximadamente un mes, China experimentó el peor brote de coronavirus desde los primeros en Wuhan. El 20 de julio se detectó un grupo de infecciones por la variante Delta entre el personal de limpieza de los aeropuertos de la ciudad oriental de Nanjing. Desde entonces, se ha convertido en el peor brote, alcanzando a más de la mitad de las 31 provincias e infectando a más de 1.200 personas.
La política de China de tolerancia cero con el virus se vio amenazada por algunas semanas. Pero las autoridades ordenaron restricciones estrictas para millones de residentes, desplegaron campañas masivas de testeo y rastreo y restringieron los viajes internos.
Las medidas dieron resultado y los contagios diarios se redujeron de forma constante hasta llegar a un solo dígito, frente a los más de 100 del pico de hace dos semanas. El lunes pasado (23/8), fue la primera vez que no se registran casos locales desde el 16 de julio. Junto a Singapur, Australia y Nueva Zelanda, son las únicas naciones que siguen apostando a la meta de cero casos COVID-19 dentro de su territorio.