Tanto el presidente estadounidense, Donald Trump, como el mandatario ruso, Vladimir Putin, ansiaban que se celebrase esta cumbre, mientras parte de Europa y otros países contenían el aliento.
Por primera vez en ocho años los líderes de Rusia y Estados Unidos celebraban una reunión bilateral llamada a ser un nuevo comienzo.
Tanto el presidente estadounidense, Donald Trump, como el mandatario ruso, Vladimir Putin, ansiaban que se celebrase esta cumbre, mientras parte de Europa y otros países contenían el aliento.
Por primera vez en ocho años los líderes de Rusia y Estados Unidos celebraban una cumbre bilateral llamada a ser un nuevo comienzo. Pero el encuentro no deja muchos resultados palpables, mientras que una oscura sospecha esombrece el resto de temas.
Lo ideal es que ambas partes salgan igual de estos encuentros internacionales: un poco ganadoras pero también habiendo hecho algunas concesiones. Para Putin ya fue un éxito que la cumbre se celebrase y pudiese hablar cara a cara con un presidente estadounidense. ¿El aislamiento tras la anexión de la península ucranaina de Crimea en 2014? Superado. ¿Y en Siria? Rusia es claramente la potencia más poderosa allí.
Trump se atribuye haber revitalizado las relaciones ruso-estadounidenses en unas pocas horas de conversación con Putin. A nivel personal puede haberlo logrado. Pero hay poco contenido que mostrar, ni siquiera una declaración conjunta como la emitida tras su encuentro con el líder norcoreano, Kim Jong-un. Incluso desde su Partido Republicano hubo críticas por los escasos resultados.
Es el tema sobre el que más han preguntado los periodistas, sobre todo después de que el Departamento de Justicia estadounidense acusase el viernes a doce trabajadores del servicio secreto militar ruso GRU de haber lanzado ciberataques para influir en las elecciones presidenciales.
Trump habló de nuevo de una caza de brujas, de la envidia de la perdedora de los comicios, Hillary Clinton. "Hicimos una campaña brillante y por eso soy presidente", afirmó el líder republicano. Putin insistió otra vez en que Rusia no se inmiscuyó y en que no hay pruebas de ello. Para Trump el tema quedó zanjado en esta cumbre, aunque seguramente tendrá que volver a enfrentarse a él en casa.
La Unión Europea (UE) y la OTAN temían que ambos líderes pudiesen alcanzar acuerdos que los perjudicasen. En cuestión de seguridad los europeos no tienen alternativa a la OTAN o al paraguas nuclear de Estados Unidos, pero Trump había cuestionado su lealtad a la Alianza Atlántica antes de runirse con Putin. De la UE dijo que era el mayor enemigo de Estados Unidos. Pero en Helsinki evitó nuevos ataques y la UE y la OTAN pasaron desapercibidos en la rueda de prensa.
Tampoco hubo las temidas concesiones respecto a otras crisis internacionales. Trump no reconoció ante las cámaras la anexión de Crimea por parte de Rusia. La postura del presidente estadounidense al respecto es conocida, dijo Putin. Y Trump considera que esa anexión es ilegal. Moscú es de otra opinión: "Para nosotros esa cuestión ya está respondida. Eso es todo", dijo el líder del Kremlin.
En cuanto a la guerra siria, Trump intentó llegar a un acuerdo para que su país retirase sus tropas si Rusia reducía la influencia de Irán. No se consiguió y de todas formas no estaba claro que un acuerdo de ese tipo pudiese implementarse.
Durante su gira por Europa, Trump atacó con insistencia al Gobierno alemán de Angela Merkel por su acuerdo para construir un gasoducto que llevará gas de Rusia a Alemania. Según Trump, Alemania está contrada por Rusia y paga miles de millones a Moscú mientras busca protección militar en Estados Unidos.
Pero en presencia de Putin, Trump fue mucho más comedido. Es una decisión alemana, señaló. Y Putin, el suministrador de gas, es sencillamente "un competidor, y menudo buen competidor". Eso no significa que el multimillonario proyecto, criticado también por muchos países de la UE, no vaya a enfrentarse a problemas. El Congreso estadounidense ya ha puesto las bases legales para sancionar a Nord Stream 2.
El camino es largo. Putin habló de abordar una propuesta rusa sobre control de aramamento nuclear. Y hubo un flojo acuerdo para que los expertos evalúen el futuro de las relaciones ruso-estadoundienses.
No se habló de otros acuerdos más sencillos que podrían haberse alcanzado, como que Rusia, Estados Unidos y la OTAN lleven a cabo de forma menos provocadora sus sobrevuelos del mar Báltico y el mar Negro. También habría sido sencillo dar marcha atrás en las expulsiones mutuas de diplomáticos y el cierre de consulados.
La mutua desconfianza obstaculiza el acercamiento. "La atmósfera política en ambas capitales es tal que cada propuesta de compromiso inevitablemente hace que surjan acusaciones de capitulación y traición a los intereses nacionales", afirman expertos de ambas partes del centro de análisis Carnegie.
Con información de DPA