El ambiente en Colombia es de expectativa y tensión por lo que pueda pasar en el gran Paro Nacional, una jornada de protestas convocada en todo el país en contra del Gobierno de Iván Duque, que inició como un rechazo a las anunciadas reformas laborales y pensionales, pero a la que se han sumado diversas razones y promotores que en general expresan un marcado descontento por la administración del actual presidente.
El Paro que comenzará este jueves en Colombia fue convocado hace un mes por las principales centrales obreras y sindicatos, en especial para oponerse a las medidas económicas que se estaban promoviendo en las altas esferas del Gobierno. La reducción del salario mínimo a los menores de 25 años (recibirían solo el 75%), la posible eliminación del componente público del sistema pensional, la venta de algunas empresas estatales y la implementación de otras políticas económicas sugeridas por la OCDE, fueron algunas de las primeras razones par convocar el paro.
Sin embargo, el espejo de las protestas sociales de países vecinos como Ecuador, Bolivia o Chile, sumado al creciente descontento contra un Gobierno que en poco más de un año de gestión ya alcanzó el porcentaje de rechazo más alto que haya registrado un mandatario en la última década (69% de desaprobación), han ampliado los motivos para que los colombianos salgan a las calles y han generado un fuerte clima de tensión por la respuesta que pueda tener el Gobierno frente a las protestas.
El reciente escándalo por el asesinato de por lo menos ocho niños en un bombardeo del Ejército a un presunto campamento de disidencias de las FARC, que ocasionó la renuncia del ministro de Defensa, Guillermo Botero, y el mal manejo que le dio Duque a la crisis, terminaron de caldear los ánimos ciudadanos y de sumar más razones para movilizarse.
Así, colectivos de artistas, de defensores de derechos humanos, animalistas, organizaciones indígenas, activistas de la comunidad LGBTI, estudiantes y toda suerte de sectores sociales se han unido a las protestas por diferentes razones, entre las cuales también se citan los asesinatos de líderes sociales en todo el país y de los indígenas Nasa en el Cauca. Todas, en últimas, las une un rechazo a la forma como el presidente Duque dirige el país.
El Gobierno, por su parte, ha mantenido un discurso de rechazo a la manifestación, reforzando la narrativa de la posible violencia que se podría presentar durante las protestas. Por eso, a principios de la semana el Ministerio del Interior publicó un decreto que facultaba a todos los alcaldes del país a decretar el toque de queda, reducir movilidad en los espacios públicos y aplicar la ley seca en sus municipios con motivo de las marchas.
De igual forma se cerraron los pasos fronterizos hacia Ecuador, Venezuela, Brasil y Perú. Y se movilizaron más de 300 tropas del Ejército a Bogotá para reforzar la seguridad, así como se decretó el “acuartelamiento en primer grado” a los activos militares.
En la capital Bogotá se concentran las tensiones, las cuales aumentaron por la llegada de los refuerzos militares y las noticias sobre allanamientos a colectivos artísticos que están promoviendo la marcha.
El martes, por ejemplo, la policía allanó la sede de un medio cultural, la revista Cartel Urbano, en medio de los operativos donde se realizaron 27 operativos en Bogotá y Soacha. La mayoría de ellos fueron declarados ilegales por un juez de control de garantías.
Ese tono confrontacional cambió un poco en la última alocución del presidente Duque antes de las protestas: “Sabemos que son muchos los desafíos que como país tenemos que superar. Que son válidas muchas de las aspiraciones sociales y que tenemos problemas que a lo largo de la historia han envejecido mal. Por eso, trabajamos de día y de noche para encontrar alternativas y superar los obstáculos, como lo hemos hecho como nación a lo largo de nuestra historia".
Y agregó: “Nuestro país no quiere volver al pasado y este Gobierno no va a permitir que algunos nos devuelvan a viejas confrontaciones que ya no tienen ningún sentido”.
No obstante al cambio de tono del Gobierno, el malestar se ha exacerbado y los llamamientos a manifestarse en las calles siguen teniendo eco en muchos sectores sociales, cívicos y políticos.
El Paro Nacional que empieza este jueves demostrará si Colombia repite la historia de sus vecinos latinoamericanos y los ciudadanos terminan poniendo en jaque a su Gobierno.