Sábado 11.9.2021
/Última actualización 4:45
El astronauta estadounidense Frank Culbertson estaba en medio de la tercera expedición humana de la NASA hacia la Estación Espacial Internacional (EEI) a más de 300 kilómetros de la tierra, cuando la torre Sur del Word Trade Center (WTC), en el distrito neoyorkino de Manhattan, comenzó a derrumbarse el 11 de septiembre de 2001.
Ese día, Culbertson se enteró por sus superiores lo que estaba pasando.
"Comenzaron a describirme lo que sucedía. Los ataques a las torres, el atentado en avión al Pentágono. Me avisaron que otro avión se estrellaba en Pensilvania. Era una locura", contó el astronauta en un video difundido por la NASA en el 2013.
Esa mañana, 15 minutos antes de las nueve el vuelo 11 de American Airlines, con 92 personas a bordo, se incrustó en la torre Norte del WTC. El avión volaba a 700 km/h.
Apenas tres minutos después de las 9, la Torre Sur fue embestida por el vuelo 175 de United Airlines, con 65 personas a bordo y a una velocidad de 540 km/h.
Los impactos fueron tan poderosos que una nube extensa de humo se pudo ver desde el espacio, donde estaba Culbertson.
Su primera reacción fue tomar una cámara y apuntar a través de la ventana de la EEI. "El clima era bueno y estaba muy claro todo. Vi largas columnas de humo que provenían desde Manhattan; la segunda torre se estaba desmoronando. Supe que ocurría algo verdaderamente malo porque había una gran nube de escombros que cubría Manhattan", describió el astronauta.
En ese momento, Culbertson entendió que la historia de Estados Unidos cambiaría para siempre.
"Muchas cosas nunca volverán a ser las mismas desde el 11 de septiembre del 2001. No solo para las miles de personas afectadas por este horrendo acto de terrorismo, sino para todos, incluyendo la exploración espacial", recordó, entrevistado por la NASA con motivo de la conmemoración del décimo aniversario del 11-S.
"Es horrible ver el (sic) humo que emanaba de las heridas hechas a tu país desde semejante perspectiva. La dicotomía de estar en una nave espacial dedicada a mejorar la vida en la Tierra y ver cómo esa vida es destruida mediante unos actos terribles y deliberados sacude la psique, no importa quién eres", reflexionó el astronauta.
Un día después de los ataques, el 12 de septiembre, el astronauta supo que el piloto del vuelo 77 American Airlines, que había sido secuestrado y había impactado en el Pentágono, era su amigo Charles, con quien había construido una amistad de más de 15 años desde que se conocieron en la Academia Naval de Estados Unidos.
Cuando recibió la noticia, solo pudo expresar: "Las lágrimas no fluyen igual en el espacio".
Tras 129 días en el espacio, Culberston volvió a la Tierra el 17 de diciembre del 2001 y el cambio lo impactó: "Lo primero que vi cuando llegamos fue el aumento de la seguridad, era lo que esperábamos, pero la realidad cuando me fui y cuando volví era alarmante, éramos un país en guerra".
Con información de Télam.