Después de meses de escalada diplomática y cruce de advertencias con las potencias occidentales, Rusia anunció que comenzará a replegar las fuerzas militares movilizadas a la frontera con Ucrania. Este país fue escenario hace cinco años de una guerra separatista, que sigue siendo uno de los temas más espinosos en la relación del Kremlin con Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
"Las tropas han demostrado su capacidad de garantizar una defensa fiable del país. Por eso, tomé la decisión de concluir las actividades de control en los distritos militares Sur y Oeste", informó el ministro de Defensa, Serguei Shoigu, en un comunicado, tras participar en un acto oficial en la Península de Crimea.
La relación entre Rusia y Ucrania ha sido históricamente tensa, desde el inicio de la Unión de República Socialistas Soviéticas (la desaparecida URSS). Pero el último capítulo conflictivo se inició en febrero de 2014 cuando, tras varios meses de protestas masivas que eran apoyadas por Estados Unidos y la UE, el entonces presidente aliado de Moscú fue derrocado, dando lugar a un gobierno tecnócrata aliado de las potencias occidentales.
Este giro desató un levantamiento separatista en la estratégica península de Crimea, donde Rusia mantuvo su principal base naval aún después de la independencia ucraniana. Apenas un mes después, con la ayuda de un desembarco camuflado de militares rusos, la región fue anexada por el Kremlin, anexión que desató un enfrentamiento diplomático con las potencias de occidente y una lluvia de sanciones contra Rusia que aún continúan.
En medio de este contexto de tensión, dos provincias del este ucraniano, lindantes con el oeste del territorio ruso, se levantaron en armas e intentaron también unirse a Rusia. Pero esta vez Moscú no lo apoyó, aunque sí declaró legítimos sus reclamos contra el nuevo Gobierno ucraniano, que hoy pide ingresar a la alianza militar occidental de la OTAN. Desde entonces, partes de esas provincias siguen en manos de separatistas prorusos y el conflicto sigue, aunque los combates son más esporádicos.
La movilización de tropas rusas el mes pasado a esa zona fronteriza hizo temer en Estados Unidos, Europa y en Ucrania una reactivación del conflicto armado. Sin embargo, el ministro de Defensa ruso anunció que dio la orden a esos militares de regresar "a sus bases permanentes" a partir de este viernes.
"Los efectivos mostraron un alto nivel de preparación profesional. Las unidades cumplieron las normativas de la máxima preparación de combate y del desplazamiento a grandes distancias", destacó el miembro del gobierno de Vladimir Putin desde Crimea.
La tensión escaló hasta tal punto en las últimas semanas que el presidente de Ucrania, Vladimir Zelenski, desafío a su par ruso a reunirse con él cerca del frente de combate, en el este ucraniano. Este jueves, Zelenski celebró el repliegue ruso: "La reducción de tropas en nuestra frontera conduce a una reducción proporcional de la tensión. Ucrania sigue vigilante, pero se felicita de cualquier medida que tienda a reducir la presencia militar rusa", escribió en Twitter.
"Cualquier paso hacia una desescalada por parte de Rusia es importante y ya debió haber sido tomado", expresó la OTAN a través de un comunicado. El organismo internacional se mantiene vigilante y seguirá su monitoreo de la injustificada concentración de tropas de Rusia en y alrededor de Ucrania.
En paralelo, Putin levantó el guante de su par ucraniano y lo invitó a Moscú para una reunión sobre "el desarrollo de las relaciones bilaterales". Eso sí, aclaró, si se trata sobre el conflicto separatista en su país debería hablar con las milicias que tomaron los gobiernos de dos de sus provincias en 2014.
Aunque el repliegue militar ruso era uno de los pedidos explícitos de Estados Unidos y las potencias europeas, por ahora no bajó la tensión que día a día escala entre ellos y Rusia, ya que en las últimas veinticuatro horas se registraron nuevas expulsiones de decenas de diplomáticos de ambos lados.
Después de meses de escalada diplomática y cruce de advertencias con las potencias occidentales, Rusia anunció que comenzará a replegar las fuerzas militares movilizadas a la frontera con Ucrania. Este país fue escenario hace cinco años de una guerra separatista, que sigue siendo uno de los temas más espinosos en la relación del Kremlin con Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
"Las tropas han demostrado su capacidad de garantizar una defensa fiable del país. Por eso, tomé la decisión de concluir las actividades de control en los distritos militares Sur y Oeste", informó el ministro de Defensa, Serguei Shoigu, en un comunicado, tras participar en un acto oficial en la Península de Crimea.
La relación entre Rusia y Ucrania ha sido históricamente tensa, desde el inicio de la Unión de República Socialistas Soviéticas (la desaparecida URSS). Pero el último capítulo conflictivo se inició en febrero de 2014 cuando, tras varios meses de protestas masivas que eran apoyadas por Estados Unidos y la UE, el entonces presidente aliado de Moscú fue derrocado, dando lugar a un gobierno tecnócrata aliado de las potencias occidentales.
Este giro desató un levantamiento separatista en la estratégica península de Crimea, donde Rusia mantuvo su principal base naval aún después de la independencia ucraniana. Apenas un mes después, con la ayuda de un desembarco camuflado de militares rusos, la región fue anexada por el Kremlin, anexión que desató un enfrentamiento diplomático con las potencias de occidente y una lluvia de sanciones contra Rusia que aún continúan.
En medio de este contexto de tensión, dos provincias del este ucraniano, lindantes con el oeste del territorio ruso, se levantaron en armas e intentaron también unirse a Rusia. Pero esta vez Moscú no lo apoyó, aunque sí declaró legítimos sus reclamos contra el nuevo Gobierno ucraniano, que hoy pide ingresar a la alianza militar occidental de la OTAN. Desde entonces, partes de esas provincias siguen en manos de separatistas prorusos y el conflicto sigue, aunque los combates son más esporádicos.