Donald Trump ha anunciado este martes que prohíbe la inmigración a Estados Unidos para proteger el mercado laboral de ese país durante al menos los próximos 30 días.
El presidente Donald Trump anunció este martes la suspensión al menos por 60 días de inmigración legal a Estados Unidos, argumentando que busca con ello proteger los puestos de trabajo estadounidenses
Donald Trump ha anunciado este martes que prohíbe la inmigración a Estados Unidos para proteger el mercado laboral de ese país durante al menos los próximos 30 días.
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El presidente de EEUU ha anunciado la suspensión de los permisos de residencia permanente para inmigrantes, conocidos como 'green card', como consecuencia de la destrucción de empleo sin precedentes provocada por la crisis del coronavirus.
Se conocen así los primeros detalles de un vago anuncio hecho a través de un tuit en el que declaraba que "a la vista del ataque del Enemigo Invisible, además de la necesidad de proteger los empleos de nuestros GRANDES Ciudadanos Estadounidenses, estaré firmando [sic] una Orden Ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración a Estados Unidos".
El anuncio del presidente de Estados Unidos provocó una considerable confusión. Este martes por la noche hora de España -primera hora de la tarde de Washington- aún no estaba claro qué iba a prohibir Trump. En principio, "prohibir la inmigración" podía significar un enorme abanico de acciones. Entre ellas estaba suspender la tramitación y entrega de permisos de trabajo y residencia (la llamada Green Card), de las naturalizaciones de ciudadanos extranjeros, y de todos los visados que no sean de turista, concluyendo los de estudiantes ya que, quienes cursan estudios supriores en EEUU, tienen la opción de acceder a un año de trabajo en el país.
Pese a que Trump aseguró que tenía intención de pausar toda la migración, la medida aprobada por el Gobierno, que tendrá una duración inicial de 60 días, excluye de la suspensión visados especiales temporales, como los agrícolas o los de especialistas tecnológicos.
"Pausando la inmigración, ayudaremos a que los estadounidenses desempleados sean los primeros en la búsqueda de empleos mientras Estados Unidos reabre. Sería incorrecto e injusto que los estadounidenses despedidos fuesen reemplazados por inmigrantes llegados desde el extranjero", dijo Trump en la rueda de prensa diaria del grupo de trabajo de la Casa Blanca de Covid-19. "Tenemos -agregó- el solemne deber de asegurar que estos estadounidenses desempleados recuperan sus trabajos y sus sustentos".
Durante varias horas todo estuvo en el limbo. Según un borrador de la Orden Ejecutiva con la que el presiente iba a anunciar la medida al que había tenido acceso la agencia de noticias Bloomberg, EEUU cancelaría la entrega de visados de trabajo durante 90 días -finalmente se ha quedado en al menos 60-, con la excepción de los trabajadores en los sectores de la alimentación y la salud.
En todo caso, la Administración Pública de Estados Unidos no está funcionando, con lo que las tramitaciones de permisos de residencia o de nacionalidad están paralizadas, entre otras cosas por la prohibición de entrevistas personales para evitar la propagación del Covid-19. A eso se suma el hecho de que prácticamente no hay vuelos a Estados Unidos desde ningún país del mundo, con lo que no hay inmigrantes. Como explicaba ayer el abogado especializado en inmigración Michael Freestone, "uno no puede dejar de preguntarse cuál va a ser el contenido de la Orden Ejecutiva".
Estados Unidos ha perdido 22 millones de empleos en un mes de coronavirus, es decir, tantos como creó en la expansión económica que empezó en 2009 y que concluyó el mes pasado. Eso significa que uno de cada siete estadounidenses ha perdido su puesto de trabajo. Comparada con esa cifra, los aproximadamente 85.000 visados de trabajo del tipo H-1B que EEUU entrega cada año a ciudadanos extranjeros para que trabajen en el país parece irrelevante. Aunque la cifra es algo mayor si se tiene en cuenta a investigadores de universidades e instituciones sin ánimo de lucro, en total el número de personas que se verían afectadas por la decisión sería, aproximadamente, equivalente al número de empleos que EEUU pierde en tres horas desde que estalló la pandemia.
EEUU, entretanto, podría terminar el mes de abril con 50.000 muertos, según la web de estadísticas FiveThirtyEight. Ésa es la cifra más alta del mundo, y podría equivaler a Italia y España juntas. Pero, cuando se examinan los datos, la realidad es diferente, ya que el número de muertos en relación a la población es muy inferior en EEUU. En ese país, hay 132 muertos por cada millón de habitantes, mientas que en España la cifra alcanza los 455, es decir, la segunda más alta del mundo, solo por detrás de Bélgica, que tiene 518. Las estadísticas son controvertidas en todas partes. En EEUU, por ejemplo, Nueva York y otros 10 estados siguen criterios mucho más estrictos que, por ejemplo, California, a la hora de computar las muertes causadas por la enfermedad, con lo que es muy probable que las cifras reales sean superiores a las oficiales. Pero España sufre problemas similares. El resultado, así pues, es incontrovertible. Es algo en lo que Trump se centró de pasada el lunes en su rueda de prensa, cuando afirmó: "Mira lo que ha pasado a España. Es increíble. Está destrozada".
La crisis, sin embargo, está teniendo un coste político para Trump, cuya popularidad está cayendo de nuevo. Después de que el presidente de Estados Unidos hubiera alcanzado los mayores niveles de aprobación de su mandato en la primera semana del 'cerrojazo' por el coronavirus, cuando el 49% de los estadounidenses expresaron su apoyo a su gestión, el respaldo al jefe del Estado y del Gobierno ha caído al 43%. Ésos son los datos de la encuesta semanal sobre la popularidad del presidente que elabora la empresa de análisis de la opinión pública Gallup.