El papa Francisco animó a jóvenes que viven en Bahréin a "derribar algunas barreras" para hacer un mundo "más conforme al hombre", al tiempo que les pidió "gestos concretos" para no ser "indiferentes e intolerantes" ante la guerra y con los demás.
Fue durante su única misa en el país árabe. Tras ella se reunió con los jóvenes de 29 nacionalidades que estudian en el colegio gestionado por monjas carmelitas.
El papa Francisco animó a jóvenes que viven en Bahréin a "derribar algunas barreras" para hacer un mundo "más conforme al hombre", al tiempo que les pidió "gestos concretos" para no ser "indiferentes e intolerantes" ante la guerra y con los demás.
Tras haber dedicado los primeros dos días de su histórica visita a Bahréin a encuentros con autoridades y líderes musulmanes, el Papa celebró hoy su única misa en el país árabe y luego se reunió con los jóvenes de 29 nacionalidades que estudian en el colegio gestionado por monjas carmelitas.
Al reunirse en la Escuela del Sagrado Corazón de la capital bahreiní, Manama, el sumo pontífice señaló "ustedes son los que, como viajeros inquietos y abiertos a lo inédito, no tienen miedo de enfrentarse, dialogar, hacer ruido y mezclarse con los demás, convirtiéndose en la base de una sociedad amiga y solidaria".
"Esto es fundamental en los contextos complejos y plurales en los que vivimos; derribar algunas barreras para inaugurar un mundo más conforme al hombre, más fraternal, aun cuando esto suponga enfrentar muchos retos", cerró.
Francisco planteó durante el encuentro que "todos los instrumentos y la tecnología que la modernidad nos da no bastan para que el mundo sea pacífico y fraterno".
"En efecto, los vientos de guerra no se aplacan con el progreso técnico. Constatamos con tristeza que en muchas regiones las tensiones y las amenazas aumentan, y a veces los conflictos estallan", lamentó luego.
Ayer, el Papa había pedido por la paz en Ucrania y, junto a autoridades del islam, renovó su llamado para terminar con el comercio de armas a nivel mundial.
En un país con gran cantidad de inmigrantes, en su mayoría trabajadores de países del Sudeste Asiático, Francisco lamentó que el nacimiento de conflictos se da "porque no se trabaja el propio corazón, porque se permite que en las relaciones con los demás las distancias se agranden, y de este mismo modo las diferencias étnicas, culturales, religiosas y de otro tipo se convierten en problemas y temores que aíslan, y no en oportunidades para crecer juntos".
"Y cuando parecen ser más fuertes que la fraternidad que nos une, se corre el riesgo del enfrentamiento", les dijo, antes de pedirles una "actitud interior de empatía" que funcione como "antídoto contra un mundo cerrado que, impregnado de individualismo, devora a sus hijos; contra un mundo prisionero de la tristeza, que genera indiferencia y soledad".
"¡Sean campeones de fraternidad! Este es el desafío de hoy para el triunfo de mañana, el desafío de nuestras sociedades cada vez más globalizadas y multiculturales", los convocó.
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