Tras una votación anticipada récord, millones de estadounidenses se movilizaron este martes para elegir al próximo presidente, renovar toda la Cámara Baja del Congreso, un tercio del Senado y las legislaturas de la mayoría de los estados.
La mayoría de las encuestas pronostican una victoria del candidato opositor, el ex vicepresidente Joe Biden, junto a su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris, tanto por el voto popular como en el Colegio Electoral, que es el que vale legalmente. Sin embargo, los sondeos se equivocaron hace cuatro años. Y por eso mismo, el actual presidente y candidato a la reelección, Donald Trump, sostiene que repetirá la sorpresa de 2016.
En contra del anhelo de Trump, estas elecciones tienen muchos "condimentos nuevos": fue la campaña más cara de la historia de Estados Unidos; todo indica que por primera vez también, mucha más gente habrá votado, sea por correo electrónico o presencialmente, antes del día de las elecciones que durante los comicios propiamente dichos; el propio presidente agitó el fantasma de un fraude, al punto de generar temores declarados de la oposición de una crisis poselectoral.
A todo esto, se suma la inédita combinación de una pandemia que mató a más de 231.000 personas y profundizó la polarización entre un oficialismo que no la considera la prioridad política y una oposición que exige un cambio de rumbo. Y una crisis económica que frenó el período de crecimiento más largo de la historia del país e inauguró una recesión, aún pese a algunos signos de recuperación.