Un mes de vida en libertad no borran los cincuenta años de cautiverio de la elefanta Mara pero brindan alivio y esperanza para seguir cambiando la vida a los animales que aún están en cautiverio.
El 9 de mayo, la elefanta que residía en el Ecoparque porteño fue trasladada por tierra a un santuario de elefantes de Brasil. Conoció por primera vez a una elefante de su especie y ya durmió en el bosque, fuera del predio.
Un mes de vida en libertad no borran los cincuenta años de cautiverio de la elefanta Mara pero brindan alivio y esperanza para seguir cambiando la vida a los animales que aún están en cautiverio.
Luego de un largo proceso de preparación, Mara viajó durante tres días en una caja transportadora vía tierra hacia el Mato Grosso. La despedida de sus cuidadores fue conmovedora, por una mezcla de tristeza y alegría por el futuro que le deparaba a su amiga.
El traslado fue exitoso. Mara comió bien durante el viaje y no tuvo problemas de salud. Cuando pisó la tierra colorada de la selva, decidió descansar en una montaña de arena, para luego ingresar al primer predio, donde se mantuvo alejada de las otras dos elefantas africanas.
Una noche, sin embargo, Mara se acercó a Rana y comenzaron a comunicarse. Al otro día ya estaban preparadas para el encuentro. Desde ese momento, Mara y Rana son inseparables. Caminan juntas por el santuario, buscan sus alimentos y saben que si los cuidadores las separan por un tiempito para hacer alguna tarea de cuidado, pronto se volverán a ver, algo que la inquietaba a Mara en un comienzo.
«Mara se siente más cómoda sola, pero generalmente está a solo unos pasos fuera del alcance de Rana», contaron desde el santuario, y revelaron cómo fue la primera noche de la elefanta fuera de su cobertizo.
«Ayer, Mara y Rana siguieron el camino del medio y cenaron al otro lado del lago. Primero hicieron una pequeña fiesta de la tierra y luego alternaron el liderazgo durante el resto de la caminata. Mara se manejó perfecta al principio. Cuando Rana se detuvo, ella se giró para ver si todo estaba bien, y luego Rana tomó la delantera. Los ojos de Mara observaban todo mientras pasaba el lago y parecía sorprendida por la variedad de pastos que la rodeaban. Cenó rápidamente, y sin preocuparse por el heno, inmediatamente comenzó a pastar. Ayer fue la primera noche de Mara tan lejos del cobertizo, pero lo hizo muy bien», relataron en esta publicación.
Hace un mes que Mara comenzó a reconstruir sus comportamientos de elefante: a tomar decisiones, a oler nuevos olores, probar nuevos sabores y escuchar otros sonidos.