"El encendido del cohete volaba la tierra", dijo el argentino que presenció el despegue de Apolo XI
Se trata del meteorólogo Omar Meynet, quien estuvo en el Cabo Kennedy en 1969. Uno de los fundadores del Centro de Observadores del Espacio (CODE) recordó el histórico acontecimiento.
"El encendido del cohete volaba la tierra", dijo el argentino que presenció el despegue de Apolo XI
Viernes 19.7.2019
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Última actualización 22:47
La cuenta regresiva del cohete que partió a la Luna en 1969 se vivió unos segundos en "silencio", interrumpido luego por un "estruendo que parecía como un trueno pero era un ruido infernal" hasta que finalmente se "desató una fiesta", recordó el argentino Omar Meynet, quien presenció el despegue del Apolo XI desde Cabo Kennedy.
Un acontecimiento que ocurrió hace 50 años pero que este meteorólogo y uno de los fundadores del Centro de Observadores del Espacio (CODE) describió en diálogo con Télam como si hubiera sucedido ayer: "Es una experiencia que vivimos con mi hermano y no se compara con nada".
Su aventura comenzó en 1965, cuando junto a su hermano Ángel empezaron a mandar cartas a la NASA porque sabían "que iba a haber un lanzamiento al espacio, el vuelo de la Misión Geminis 6 que llevaría dos astronautas" y querían ir.
"Allí fuimos, pero la operación falló porque en el despegue se perdió contacto radial con los tripulantes y se decidió abortar la misión, que se hizo tiempo después", describió.
Pero junto a Ángel se "juramentaron volver para lo que cuatro años mas tarde sería el lanzamiento del Apolo XI", sin imaginar que luego estarían a pocos metros de los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins.
"Meses antes de julio del 69, desde el CODE comenzamos gestiones con el gobierno santafecino y otras instituciones para conseguir financiamiento y viajar a Cabo Cañaveral a presenciar el lanzamiento", contó Meynet, quien finalmente pudo hacerlo junto a un equipo de cuatro personas.
Durante el viaje les tocó un golpe de suerte: "Estábamos en (la ciudad de) Cocoa tratando de resolver un pequeño problema que teníamos con el auto y entonces una persona de allí se da cuenta y llama a otra que hablaba castellano para ver si nos podía ayudar".
"El hombre era un cubano que se llamaba Carlos Díaz, quien resultó ser un científico de la NASA", relató Meynet sobre esta persona que les dio una "carta personal" autorizándolos a entrar a la "base muy cerquita de la zona de despegue".
"Un día el cubano nos dijo 'vengan muchachos' y nos llevó muy cerca de la nave en medio de un circulo de alambre. Cuando abrieron el portón y quedamos a 500 metros del Apollo XI nos pusimos a llorar", expresó.
Aunque Meynet afirma que una de "sus emociones más grandes" fue la de haber podido hablar "aunque sea un ratito con Wherner von Braun, el constructor de la nave, el día anterior al lanzamiento".
En ese breve encuentro, el argentino contó que "sacó un billete de 100 pesos de esa época para que se lo firmara Von Braun", un recuerdo que aún conserva "en perfecto estado" como una de sus "reliquias mas importantes".
Antes del despegue, Omar y Ángel se acercaron con una autorización al hotel donde estaban alojados Armstrong, Collins y Aldrin: "Nos quedamos a pocos metros de la puerta casi pegados a una especie de trafic blanca, había como mil personas agolpadas", señaló.
"Los astronautas salieron a las 4 de la mañana e imaginate lo que fue eso, todos gritando, todos llorando, qué emoción. Yo quedé a menos de dos metros de ellos", relató.
Tras ese encuentro, los argentinos se fueron hacia el lugar del despegue, a las "tribunas montadas especialmente para la observación que quedaban más o menos a 2 kilómetros del Apolo, lleno de gente de todas partes del mundo".
"Cuando faltaban 30 segundos para el despegue se pasó de los murmullos al festejo, y faltando 20 segundos hubo como un silencio, era increíble ver eso, el encendido del cohete volaba la tierra y la arena", relató.
Hasta que finalmente describió el momento de gloria: "El estruendo parecía como un trueno pero era un ruido infernal y prácticamente no lo vimos más al cohete, y ahí se desató una fiesta, se veían pulóveres en el aire, hasta zapatos".
"Vimos el cohete atravesar y yo diría agujerear una nube gris y apareció la cabecita subiendo con el ruido que se iba a la distancia", graficó Meynet.