Una escuela ucraniana continúa dando clases mientras atiende a refugiados
El enviado especial de El Litoral a Ucrania recorrió un colegio que alberga a los desplazados por la guerra, mientras continúa brindando el servicio educativo a 1.500 alumnos. La palabra del director y una alumna recién llegada.
Bryan J. Mayer, enviado especial de El Litoral a Ucrania D.R
“No se pudo haber imaginado en su vida nada semejante al ataque ruso a su patria”. La intérprete que acompaña a Bryan J. Mayer, enviado especial de El Litoral a Ucrania, se refiere al director de una escuela que les narra la experiencia de haberse convertido en centro de refugiados para albergar a los desplazados por la invasión rusa. “En febrero la escuela dejó de ser una escuela común, los niños tomaron vacaciones porque desde principios de la acción bélica empezaron a llegar las personas desplazadas, que perdieron sus hogares, llegaban de noche, después de dos o tres días de viaje en auto o camiones”, prosigue el relato.
Mientras el director explica la situación, la traductora intenta recomponer la historia en español: “La escuela automáticamente se convirtió en un refugio y los docentes comenzaron a recolectar la ayuda humanitaria para abastecer a los nuevos huéspedes, como ropa y todo lo necesario; hay gente viviendo permanentemente en la escuela, duermen, comen tres veces al día y la misión se convirtió en proveerles todo y mantenerlos, porque perdieron todo, no tienen nada”, dice.
Las clases siguen
Según indica el director, aunque después de las dos primeras semanas de la guerra se dictaron vacaciones con los alumnos, “ya volvieron las clases virtuales para todos los niveles, incluso para los desplazados”. Hoy tuvieron clases virtuales y hay 1.500 alumnos -asegura-, en modalidad “normal”, como estaban previstas. “Incluyen todo, pruebas y tareas, teniendo en cuenta que entre los alumnos hay personas psicológicamente afectadas y hay que reconocer que hay que encontrar una conexión con ellos y por eso las clases brindan el beneficio de apoyarse mutuamente, porque es importante que los chicos vuelvan a sonreír y para eso están las clases y el contacto permanente”, lamenta.
Además, el representante de la institución recuerda que hasta el estallido de la guerra los alumnos estuvieron muy bien informados y orientados en la situación de su país. “Tenían información de lo que podía suceder en el futuro, pero tenían fe en que no sucedería”, rememora. Ahora, dice, “hacen preguntas”, y, a veces las clases exceden el material, porque “ellos están en plena conciencia de lo que está sucediendo”. “La pregunta es cuándo venceremos al enemigo”, asegura
Bryan J. Mayer, enviado especial de El Litoral a Ucrania D.R
El director expresa que se siente “un nexo” o “un embajador”, en el sentido de que él “interpreta la realidad tan compleja, porque hay desinformación, y él les transmite a los chicos la información correcta”.
Memoria histórica
El directivo también consideró que ni los adolescentes ni los docentes “tienen más ilusiones, porque este ya es el noveno año de la guerra donde este es el más explicito, el más agudo, donde el ataque es total” y “ya tiene dos egresados caídos en la guerra en 2014 y 2015”. “Los rusos son la barbarie”, asegura. Según cree, “la memoria histórica recuerda que desde terminada la Segunda Guerra Mundial los rusos desplazaban familias ucranianas y las llevaban al destierro”, por eso, dice que los alumnos y los padres entienden que “es el siguiente capítulo de una historia del pasado”, porque “estos bárbaros rusos no conocen otra forma de coexistir que matando y apropiándose de los terrenos ajenos”. Sin embargo, asegura que, como en el pasado, “Ucrania es la muralla que detiene la barbarie del este que solo entiende el lenguaje de la fuerza”,
Bryan J. Mayer, enviado especial de El Litoral a Ucrania D.R
Foto: Bryan J. Mayer, enviado especial de El Litoral a Ucrania
Finalmente, reconoce que “había todavía esperanza de que se trataba solo de un grupo que era el culpable de todo esto, es decir, Putin y su séquito”, pero “existe el apoyo del noventa por ciento de la población rusa a las acciones en Ucrania” y ahora entendió que “es falso que el culpable sea una sola persona”.
La historia de Victoria
Victoria tiene 17, vino de Kiev, donde estudia psicología. Se encuentra refugiada junto a su familia en la escuela, hace tres semanas. Según ella misma, “nunca se imaginó esta situación, que forzosamente la obligó a abandonar su ciudad bajo las bombas y mudarse a lo desconocido”.
“Cuando empezó la guerra se escondían en refugios sucios y desagradables, y luego no sabían adónde se estaban desplazando”, le cuenta Victoria a la intérprete. “No le entraba en la cabeza que va a vivir en un colchón, en una escuela”, recuerda.
Además, manifiesta que durante el primer tramo de su desplazamiento vivió una atmósfera de pánico que la impactó, porque fue la primera vez que vio descontrol y miedo en la gente que se estaba atropellando para subir a un tren a Kiev: “la gente se amontonaba y un hombre dio prioridad a mujeres y niños”, agradece. Fue ahí cuando pensó que había pasado lo peor del viaje y esperaban el tren que los llevaba a occidente, pero vieron en el tablero electrónico que el tren “desapareció de los horarios” y eso los descolocó. “Fue a causa de los bombardeos, que el tren dejó de funcionar de forma habitual”, rememora.
“Luego, un uniformado se apiadó de ellos y los dejó entrar primero al tren, le agradecen mucho porque es una muy buena acción”, explica en el español la traductora. Ese tren pasaba por Lviv, donde no les fue permitido descender, debían seguir, y una conocida le envió un mensaje para avisarle que el tren anterior había sido baleado. Llegaron llegaron tres horas tarde, porque el tren desvió por un recorrido alternativo.
Al llegar, Victoria y su familia fueron recibidos por voluntarios. “Se sintió muy raro, conocía la guerra por las películas y series pero en la vida personal fue muy shockeante”, explica a la intérprete. Ahora -asegura- se acostumbró y se hizo amiga de los voluntarios que atienden el centro y encontró “muchas buenas personas”.
En Kiev dejó a sus amigos y su papá, sus cosas favoritas en su habitación y recién se dio cuenta “cómo ama a su ciudad, que es la más linda del mundo, un lugar soñado”, destaca la intérprete.
Bryan J. Mayer, enviado especial de El Litoral a Ucrania D.R
Aunque se mantiene comunicada con su papá y su tío, Victoria perdió contacto con sus amigos. Sin embargo, supo que uno que cumplió sus 18 años pudo salir de la ciudad, pero otro, de 25, se quedó “para defender a la patria”.
Finalmente, dice que “espera que las autoridades de ambos lados encuentren consenso con una solución pacífica” para poder volver “a su habitación, con sus cosas”.