En la última semana, murieron 510 personas por la ola de calor en España
Según los datos registrados por el Instituto de Salud Carlos III, desde el pasado 10 de julio, día del comenzó la segunda ola de calor de esta temporada (la primera fue en junio), hasta el sábado 16 de julio, han muerto en España 510 personas. Solo entre el viernes y el sábado fallecieron 273 personas.
En la última semana, murieron 510 personas por la ola de calor en España
Lunes 18.7.2022
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Última actualización 18:41
Así lo indica el sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), que coordina el ISCIII desde el Centro Nacional de Epidemiología (CNE), que ha actualizado su desarrollo metodológico para informar de manera más específica sobre los cálculos y estimaciones del exceso de mortalidad en España. Tras esta actualización, los datos se presentan con dos enfoques diferenciados: uno Predictivo, basado en el Indice Kairós, que ofrece alertas de excesos de mortalidad atribuibles al exceso o defecto de temperatura, y uno estimativo, que informe sobre excesos de mortalidad tanto por todas las causas como atribuibles al exceso o defecto de temperatura.
La ola de calor de este mes de julio (con datos del 10 al 16, aunque prosiguió el 17 y 18) está siendo más mortífera que la de junio (del 11 al 18), que causó 370 muertos, según los datos de ISCIII. En ambos casos se comprueba cómo va incrementándose el número de fallecimientos a medida que pasan los días. Así el 10 de julio murieron 15 personas, al día siguiente, 28 y otro día después, 41.
Pasados los tres días consecutivos, la cifra de muertos crece de manera exponencial. Así aumentan a 60 el cuarto día, 93 el quinto y 123 y 150 el pasado viernes y sábado.
El incremento de las olas de calor y, sobre todo, la duración de cada una de ellas, es consecuencia del cambio climático.
Pocos son los que dudan que el incremento de las olas de calor y, sobre todo, la duración de cada una de ellas, es consecuencia del cambio climático. El aumento de la temperatura por la acción humana explica, además de la desertificación, los incendios que en este momento asolan España.
El domingo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la visita al incendio declarado en el término municipal de Casas de Miravete (Cáceres), afirmó que la “emergencia climática se traduce en olas de calor” y “por extensión, en grandes incendios”. “El cambio climático mata, lo estamos viendo”, sentenció.
Pero, ¿cómo mata el exceso de temperatura? Lo hace por golpes de calor, aunque son los menos , aunque sean los que más llamen la atención. En este fin de semana se han conocido tres muertes por golpes de calor: un barrendero de 60 años que estaba trabajando en el barrio de Vallecas a las 17 horas (la ropa de trabajo del servicio de limpieza de la contrata Urbaser es de poliester, lo que impide la transpiración); un ciudadano de 50 años con enfermedad crónica que cayó fulminado en una calle de Torrejón de Ardoz y ayer se conoció una tercera muerte ocurrida el viernes.
Además de estas muertes, que son las menos, el calor puede empeorar los síntomas y desencadenar episodios fatales en personas que sufren determinadas patologías. Un estudio llevado a cabo en España, que analizaba datos del período 1990-2004, concluye que el incremento de mortalidad durante los meses de verano es del 14,6%. Dicho de otro modo, cuando la temperatura máxima se incrementa 1ºC, la mortalidad aumenta un 3,3%, señala la investigadora de salud ambiental Èrica Martínez, en el artículo ¿Cómo afectan las olas de calor a nuestra salud?, publicado en el blog del Instituto de Salud Global Barcelona.
Desde el Ministerio de Sanidad se explica que la exposición a temperaturas ambientales elevadas puede provocar una respuesta insuficiente del sistema termorregulador humano. El calor excesivo puede alterar nuestras funciones vitales si el cuerpo humano no es capaz de compensar las variaciones de la temperatura corporal.
Una temperatura muy elevada produce pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos. En algunas personas con determinadas enfermedades crónicas, sometidas a ciertos tratamientos médicos y con discapacidades que limitan su autonomía, estos mecanismos de termorregulación pueden verse descompensados.
Desde un enfoque biológico, la exposición a temperaturas excesivas puede provocar problemas de salud como calambres, deshidratación, insolación, golpe de calor (con problemas multiorgánicos que pueden incluir síntomas tales como inestabilidad en la marcha, convulsiones e incluso coma).
Pero no solo afecta a quienes tienen una enfermedad subyacente. Normalmente un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3ºC sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. A partir de 37ºC se produce una reacción fisiológica de defensa. Las personas mayores y los niños muy pequeños son más sensibles a estos cambios de temperatura.
Desde un punto de vista social, la marginación, el aislamiento, la dependencia, la discapacidad, las condiciones de habitabilidad de las personas con menos recursos porque no tienen facilidades a la hora de aclimatar su vivienda a estas condiciones ni pueden permitirse el pago del consumo energético que los aparatos eléctricos demandan, añaden factores de riesgo que hacen aún más vulnerables a estos colectivos. El cambio climático mata, sí, pero mucho más a los que menos recursos tienen.