Jueves 10.2.2022
/Última actualización 18:39
Los dos cadávares, un hombre y una mujer, encontrados enterrados en el Barranco del Grifo de Elche podría pertenecer a una pareja desaparecida en extrañas circunstancias en Aspe, un pueblo a 16 kilómetros del lugar donde fueron hallados los restos. Esa es la principal hipótesis que baraja la Policía Nacional y el Juzgado de Instrucción número 1 de Elche, que mantiene la investigación bajo secreto de sumario.
Se trataría de Elisabeth Ramos Alonso que el 8 de junio de 2019 desapareció junto a su pareja, Kamal M. sin dejar rastro. Sus familiares han mantenido la búsqueda durante estos últimos dos años convencidos de que no se trató de una marcha voluntaria. Elisabeth tenía un hijo de una relación anterior, llevaba tres años con Kamal, de origen marroquí, y acababan de comprarse una casa con piscina a las afueras de Aspe, donde planeaban también abrir un negocio. Se habían conocido en la prisión de Foncalent, donde él cumplió condena tras haber sido detenido en agosto de 2007 en la Operación Chárter, que desarticuló una organización de narcotraficantes dedicada a introducir toneladas de hachís en Murcia.
El día de su desaparición, ambos fueron a casa de unos familiares a enseñarles el Range Rover que acababan de comprarse. Nada hacía presagiar que pensaran en huir. De hecho, una vez denunciada la desaparición, la Guardia Civil comprobó que sus pertenencias y el coche seguían en la vivienda y los móviles estaban apagados. Pero ni un solo rastro de ellos hasta la aparición de dos cadáveres el pasado lunes.
Los dos cuerpos hallados por unos vecinos de este paraje a las afueras de Elche coinciden con la complexión y la edad que tenían Elisabeth (31) y su pareja (40), y los forenses estiman que la fecha de la muerte fue el primer semestre de 2019, lo que también encaja con el momento de la desaparición.
La forma en que ambos aparecieron también hace mantener abierta la teoría de que ambos fueron víctima de un ajuste de cuentas que pudiera estar relacionado con el narcotráfico. Ambos estaban esposados, ella con la manos delante y él detrás, y tenían la boca y los ojos tapados con cinta americana. En el caso del varón, presentaba también daños en la mandíbula y la cabeza, compatibles con haber sido sometido a torturas, según publica el diario Información.
En la fosa aparecieron algunos objetos personales de una de las dos víctimas que podría ayudar a su identificación. Además, los familiares de Elisabeth han acudido a la Comisaría de Elche para facilitar todos los datos posibles que permitan aclarar si se trata de ella, aunque la certeza la proporcionarán las pruebas de ADN.
En caso de no haber coincidencia, la Policía Nacional cotejará con todas las denuncias de desapariciones registradas en esos años en las provincias cercanas.