El Litoral
Las calles de Londres ya están repletas de banderas y pancartas con los rostros de la pareja
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Unas 120 mil personas llegarán a Windsor, una pequeña localidad a 34 kilómetros de Londres, para participar de la boda de mañana entre el príncipe Harry, sexto en la linea de sucesión de su abuela, la Reina Isabel, con la actriz estadounidense Meghan Markle.
Según informó la policía local a la agencia EFE, se espera que hasta 120.000 personas se acerquen a Windsor, que tiene una población estable de 30.000 habitantes.
El casamiento pondrá fin a la soltería de Harry, de 33 años y el más rebelde de los hijos de Lady Dy. El príncipe dará el sí luego de haber dejado atrás un historial de novias y fotos en las que aparece borracho, fumando marihuana y hasta portando un esvástica en una fiesta de disfraces.
También marcará la llegada a la realeza de una mujer que poco tiene que ver con ella. Si la futura cuñada de Meghan, Kate Middleton, esposa de William, representó el arribo a la realeza de la clase media, Meghan traerá un poco de respiro en un Reino Unido marcado por la diversidad racial pero también por los prejuicios. A poco de empezar la relación, el propio Harry tuvo que sacar un comunicado en la que se quejaba de los medios británicos por tener "una actitud de acoso y abuso racista" hacia su novia.
Para Meghan, actriz, hija de madre afroamericana que se gana la vida como profesora de yoga, este no será el primer matrimonio. Pero la futura esposa no sólo llegará al altar habiendo estado casada. Sus opiniones también marcan una diferencia: apoyó abiertamente a Hillary Clinton, en su cuenta de Instagram criticó el Brexit, y calificó a Donald Trump como un "misógino" que "provoca divisiones".
Consultado por Télam, Daniel Ozarow, sociólogo de la Universidad de Middlesex, opinó que existe una "reacción polarizada" de la sociedad británica a la boda real que "es símbolo de la creciente grieta política, social y económica" que caracteriza a la población en la era post-Brexit.
"En una época de globalización, creciente incertidumbre y debilitamiento de las fronteras y tradiciones nacionales, para muchos la familia real se considera como una fuerza unificadora, de estabilidad y continuidad", destacó.
Hoy, el Palacio de Kensignton anunció que será el Príncipe Carlos, padre de Harry, quien acompañe a la novia al altar, dando así por terminado el culebrón familiar que envolvió en los últimos días la vida de Meghan. Después de que sus hermanastros -con los que tiene una pésima relación- se quejaran por no haber sido invitados, su padre anunció esta semana que una operación de urgencia de corazón lo dejaba fuera de la fiesta. Y aunque en un primer momento se especuló que Meghan entraría junto a su madre, Doria Ragland, finalmente será Carlos quien acompañe su entrada en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor en la ceremonia a la que sólo podrán asistir 600 personas.
Poco se sabe de quienes serán los afortunados que puedan disfrutar del pastel de flores de sauco y limón que diseñó la exclusiva tienda Violet. Si se informó oficialmente que no estarán la primera ministra Theresa May y el líder laborista Jeremy Corbyn después de que se decidió que no habría una "lista oficial de líderes políticos".
Mientras camina por la lujosa avenida Regent, Tim Lewis, un joven de 36 años, le comenta a Télam que a Télam que Harry podría estar en el grupo de amigos de cualquiera. "Verlo casarse ahora parece más una elección suya y no un deber real. Parece el rey con los pies en la tierra, eligió ir a la guerra, tiene una sonrisa descarada, es como el hermano menor de todos y me imagino tomarme unas cervezas con él como si no fuera nada", dice.
La ceremonia comenzará a las 12 del mediodía, hora británica, y la última en entrar -justo antes de la novia- será la reina. William fue el elegido como padrino de casamiento, mientras que sus hijos Carlota, de tres años, y Jorge, de cuatro, serán los que acompañen a Meghan como dama de honor y paje.
Aunque la boda será oficiada por el reverendo David Conner, decano de Windsor, también participará de la ceremonia, por pedido de los novios, el obispo afroamericano Michael Bruce Curry, de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos.
Lady Jane, hermana de la princesa Diana, también les dedicará un discurso a los futuros Duques de Sussex. No será el único gesto hacia Lady Dy. El anillo de compromiso de Meghan lleva piedras que le pertenecían y las flores elegidas para la boda son rosas blancas de jardín, sus preferidas.
Al finalizar la ceremonia, los recién casados recorrerán el centro de Windsor y los turistas que, se esperan llegarán entre hoy y mañana a la ciudad, tendrán apenas 25 minutos para verlos desfilar en el carruaje oficial antes de que se recluyan en el St. George's Hall, para la recepción en la que se ofrecerá el menú elaborado por Mark Flanagan, chef de la reina Isabel.
Para los que no puedan ir, podrán seguir cada minuto desde las pantallas gigantes que ya se instalaron en Londres.
Ayer comenzaron los preparativos de la boda que, según estiman los medios británicos, podría costar unos 40 millones de dólares, la mayor parte de ellos destinados al operativo de seguridad.
Las calles de Londres ya están repletas de banderas y pancartas con los rostros de la pareja que aparecen, incluso, hasta en cajas de preservativos.