El llamado Día D —así se ha denominado el día de la muerte de la reina— empezará con una oleada de llamadas y correos electrónicos a ministros, funcionarios y otras personalidades de relevancia.
El llamado Día D —así se ha denominado el día de la muerte de la reina— empezará con una oleada de llamadas y correos electrónicos a ministros, funcionarios y otras personalidades de relevancia.
"Estimados compañeros, es con tristeza que les escribo para informarles de la muerte de Su Majestad la Reina. Se ruega discreción", escribirá el secretario del Gabinete.
Luego, todas las banderas de la zona parlamentaria de Londres deberán bajarse a media asta en un plazo de 10 minutos. Cabe recordar que en un ejercicio de la operación, llevado a cabo hace varios años, Downing Street declaró que no sería capaz de hacerlo rápidamente sin la ayuda de un contratista externo. El problema supuestamente ha sido resuelto.
Los sitios web del Gobierno y la casa real y sus cuentas oficiales en las redes sociales se teñirán de negro y dejarán de publicar contenidos no urgentes.
El primer ministro será el encargado de hacer una declaración pública sobre la muerte de la monarca. El Ministerio de Defensa, por su parte, hará los arreglos para disparar salvas de artillería desde diversas ubicaciones. También se anunciará el minuto de silencio.
Luego, el primer ministro se reunirá con el nuevo rey británico, Carlos, quien se dirigirá a la nación a las 6 de la tarde.
La operación incluye también la celebración de un acto de homenaje en la catedral de San Pablo. "Debe parecer espontáneo", se lee en uno de los documentos filtrados.
A las 10 de la mañana, el Consejo de Ascensión al Trono llegará al Palacio de St. James para proclamar a Carlos como el nuevo rey. Todos los asistentes a la solemne ceremonia deberán llevar trajes y corbatas negras u oscuras.
Luego, los miembros del Parlamento se reunirán para rendir homenaje a la reina difunta. El funcionamiento de todos los asuntos parlamentarios se suspenderá por 10 días.
El ataúd con el cuerpo de Isabel regresará del palacio de Windsor al palacio de Buckingham. Si fallece en su residencia en Norfolk, el féretro se trasladará en un tren real a la estación londinense de St.Pancras, donde será recibido por el primer ministro. Si muere en Escocia, sus restos llegarán a Londres en tren o a bordo de un avión.
El rey Carlos recibirá la moción de condolencias en el Salón Westminster, después de lo cual iniciará una gira a gran escala por todo el Reino Unido.
El monarca llegará a Irlanda del Norte, donde también se les expresará las condolencias. Luego, asistirá a una misa en la catedral de Santa Ana, en Belfast.
Al mismo tiempo, en Londres se realizará un ensayo de la procesión fúnebre entre el Palacio de Buckingham y el Palacio de Westminster, bautizado como LION.
La procesión con el ataúd de Isabel II marchará hasta el Palacio de Westminster en una ruta ceremonial por Londres. En el Salón Westminster se celebrará una misa religiosa.
El cuerpo de la monarca permanecerá en el Salón Westminster durante varios días en una caja elevada y abierta al público durante 23 horas al día. Las personas importantes recibirán entradas que les permitirán despedirse de la reina en intervalos de tiempo concretos.
El séptimo día, se celebrará el ensayo del funeral de Estado. El Foreign Office se encargará de arreglar la llegada al país de los jefes de Estado extranjeros y celebridades, así como de garantizar la seguridad sanitaria de los turistas si la reina muere durante la pandemia.
El Ministerio del Interior, a su vez, se encargará de la seguridad en la ceremonia. La inteligencia y la Secretaría de Coordinación de Seguridad Nacional también estarán en alerta máxima.
El día del funeral —o el Día de Luto Nacional, como lo bautizaron el primer ministro, Boris Johnson, y la propia reina— será un día festivo.
La ceremonia funeraria se celebrará en la Abadía de Westminster. A mediodía, se guardarán dos minutos de silencio en todo el país. También se prevé que haya procesiones en Londres y Windsor. Finalmente, la reina será enterrada en la cripta real de la capilla de San Jorge al lado de su esposo, el príncipe Felipe.