Martes 26.10.2021
/Última actualización 18:33
La familia imperial de Japón tiene desde hoy un miembro menos. Cuatro años después de anunciar su compromiso, la princesa Mako, sobrina del emperador Naruhito, se ha casado este martes por la mañana con Kei Komuro, su novio de la universidad. Komuro es de origen plebeyo, por lo que al casarse con él Mako ha perdido su título de princesa y ha dejado de formar parte de la familia imperial. Además, la controversia que rodea a la madre de Komuro ha impedido la celebración de una boda tradicional. Mako y Kei Komuro se han limitado a registrar su matrimonio a través de la casa imperial, sin cumplir con los ritos asociados a las bodas imperiales japonesas.
A eso de las 10 de la mañana, la prensa japonesa captaba las imágenes de Mako abandonando la residencia oficial de sus padres, el príncipe heredero Akishini y la princesa Kiko, de quienes se ha despedido haciéndoles varias reverencias. Arreglada con un vestido corto y un discreto collar de perlas, la novia sostenía entre sus manos un ramo de flores, el único detalle nupcial que denotaba su boda. La ex princesa se ha fundido en un abrazo con su hermana, la princesa Kako, y se ha dirigido en coche al hotel de Tokyo en el que ya estaba instalado Komuro.
Una vez allí, marido y mujer han concedido una breve rueda de prensa sobre su controvertida boda. Inicialmente, estaba previsto que el matrimonio respondiera a las preguntas de la prensa de manera verbal, pero a última hora se ha cambiado de idea y los novios se han limitado a leer sus respuestas por escrito a cinco preguntas seleccionadas. Según ha explicado la casa imperial, el cambio de planes se debe a la “fuerte sensación de ansiedad” que le producía a Mako el tener que someterse a una ronda de preguntas. Mako fue diagnosticada recientemente con un trastorno de estrés postraumático, originado por el escrutinio al que ha sido sometido su compromiso.
Durante su intervención, marido y mujer han dado las gracias a quienes les han apoyado durante estos años y han pedido perdón a quienes no están de acuerdo con su boda. “Amo a Mako. Solo se vive una vez, y yo quiero pasar mi vida con la persona a la que quiero", ha dicho en la rueda de prensa Kei Komuro, quien ha aprovechado para asegurar que algunas de las informaciones que se han publicado en los últimos tres años sobre su familia no eran veraces. Komuro ha asegurado que hará “todo lo posible” para solucionar los problemas económicos de su madre, origen de la controversia que ha obligado a posponer la boda más de tres años. Mako, por su parte, ha dicho que Komuro es alguien “irreemplazable” y que su matrimonio con él era una "decisión necesaria".
Fue en septiembre de 2017 cuando la princesa Mako y Kei Komuro se comprometieron oficialmente. La boda quedó fechada el 4 de noviembre de 2018, pero en febrero de ese mismo año la casa imperial japonesa anunció que el enlace quedaba pospuesto. Detrás de este cambio de planes estaba la noticia de una deuda millonaria que la madre de Kei Komuro había contraído con su exnovio, y que este denunció a los medios japoneses que su ex no le había satisfecho.
Poco después, Kei Komuro se fue a estudiar Derecho a Nueva York, de donde no regresó hasta el pasado mes de septiembre. Su marcha de Japón sin haber aclarado antes las finanzas de su familia hizo que muchos especularan con una ruptura, pero en noviembre del año pasado Mako aclaró que la boda seguiría adelante. La princesa decidió renunciar a la dote millonaria con la que habitualmente se compensa a aquellas novias de la familia imperial que pierden su estatus al casarse con plebeyos, ya que son muchos los japoneses que no respaldan su enlace.
En los próximos días, Mako se mudará con su marido a Nueva York, donde Kei Komuro trabaja en un despacho de abogados. Con su marcha, el número de miembros de la familia imperial desciende a 17, de los cuales solamente tres varones forman parte de la línea de sucesión. Es un verdadero problema para la familia imperial, que ante la creciente escasez de miembros oficiales ha empezado a considerar la posibilidad de cambiar sus reglas y permitir que las mujeres que forman parte de la misma puedan casarse con hombres plebeyos sin dejar de ser princesas.