Una Francia adormilada por una campaña preelectoral extraña y extenuada por las crisis vota hoy en unas elecciones previsibles y a la vez inciertas. Previsibles porque todo apunta a que se va a repetir, como en las de 2017, el enfrentamiento entre Emmanuel Macron, favorito, y Marine Le Pen. Imprevisible porque el alto nivel de abstención y de indecisión, así como el avance de la ultraderechista en los sondeos, puede alterar este escenario.
A las doce, había votado el 25,48% de los franceses, tres puntos menos que en la primera vuelta de 2017, a la misma hora, cuando fue del 28%, según los primeros datos facilitados por el Ministerio del Interior. A esta hora ya habían votado todos los candidatos, incluido Emmanuel Macron, que acaba de acudir a su centro de voto en Touquet junto a su mujer.
Los distritos con más abstención son Seine Saint Denis, en París (sólo ha votado un 14%), Paris (15,34%) y le Val-d'Oise (18,82%). Los que más han votado son Saône-et-Loire (39,05%), le Gers (37,71%) y Ardèche (35,55%). Si se confirma esta tendencia, este mapa de extremos es clave para saber qué candidato se ha beneficiado de esa abstención y cuál ha salido favorecido, lo que los expertos llaman "abstención diferencial". En Saône-et-Loire, por ejemplo, Le Pen fue más votada en 2017 que el actual presidente, mientras que éste obtuvo una mayoría en Seine Saint Denis, el distrito que menos se ha movilizado a estas horas, pero también en Le Gers, uno de los más activos en voto.
Casi 49 millones de franceses están llamados hoy a las urnas en una elección clave para Europa para elegir entre 12 candidatos. Unos 70.000 centros de voto han abierto a las ocho de esta mañana y se cerrarán a las ocho de la tarde, que será cuando se conozcan los primeros resultados. En Francia, las elecciones presidenciales se celebran en dos vueltas. En la primera jornada, la de hoy, pasan los dos candidatos más votados. En la segunda, que se celebra en dos semanas, se decide.
Sobre la jornada de hoy planean muchas incógnitas. La campaña ha sido rara desde el principio y ha estado marcada por la guerra en Ucrania. En lugar de hablar de la reforma de las pensiones, la subida del salario mínimo, la educación o incluso la inmigración, el debate lo han centrado temas que no suelen protagonizar los programas: dependencia energética, el encarecimiento de la cesta de la compra o las alianzas con Rusia de algunos candidatos.
Emmanuel Macron parte como favorito hoy, aunque se ha centrado en su papel de presidente y a la pugna electoral se ha sumado tarde, apenas en los últimos días de campaña. Por el contrario, Marine Le Pen sí se ha volcado en este proceso y lleva una semana escalando peligrosamente en las encuestas. Los últimos sondeos ya la colocaban a solo un punto del actual presidente. Nunca la ultraderechista ha estado tan cerca del Elíseo.
Hoy se abren tres escenarios: que, como se prevé, ganen Macron y Le Pen a corta distancia. Que, contra pronóstico, pasen los dos pero ella le adelante en votos, o que el izquierdista Jean Luc Mélenchon, tercero en la batalla y el único aspirante de izquierdas que ha conseguido remontar la campaña y aglutinar voto, adelante a Le Pen y dispute con Macron la segunda vuelta. Este último escenario es menos previsible, aunque, con el alto nivel de abstención y el voto indeciso, todo puede pasar.
Un 30% de los votantes potenciales podría quedarse en casa y no acudir a las urnas, una cifra récord. Nunca antes había ocurrido esto. Además, un 22% de electores decidirá su voto en las últimas horas. Todo esto podría desequilibrar la balanza hacia cualquiera de los escenarios mencionados.
La situación casi de crisis permanente que vive Francia (los atentados islamistas de 2015, los chalecos amarillos, la pandemia y ahora la guerra en Ucrania) ha cansado a la ciudadanía y alimentado el ascenso de la ultraderecha. Hay desafección política. Como confiesa un colaborador de Emmanuel Macron al periódico Libération: "Sabemos cómo vota una Francia enfadada, pero no sabemos cómo votará una Francia fatigada".
Estas elecciones han generado un nuevo escenario en el que la izquierda y la derecha se están recomponiendo y en la jornada de hoy se medirá el grado del batacazo de los dos partidos tradicionales: socialistas y republicanos. Formaciones que han ganado elecciones y presidido la República francesa durante décadas, pero que ya no suponen una alternativa real para los ciudadanos.
La votación de hoy sirve de termómetro para saber hasta qué punto los franceses están tan hastiados como para dejar la presidencia de la República en manos de la ultraderecha. Francia tiene una relación ambigua con esto: todos reniegan de Marine Le Pen, pero lleva dos elecciones presidenciales consecutivas quedando en segunda posición.
En los territorios de ultramar y en el extranjero los franceses comenzaron a votar el sábado. En Polinesia francesa, a las 17.00 hora local, la participación era de 23,78%, frente al 43,97% de la primera vuelta de 2017 a esa misma hora. En Nueva Caledonia, la participación era al mediodía de 17,59%, frente al 19,86% de hace cinco años.