Martes 14.3.2023
/Última actualización 0:52
Kupiansk es una ciudad en la orilla del río Oskol centro, al este de Ucrania. Kupiansk es además el segundo cruce ferroviario más grande de la región. Allí, los bombardeos son constantes y Cruz Roja Internacional ayuda a los vecinos a evacuarse a centros de refugiados hasta que termine el combate.
Hasta hace poco tiempo, la localidad estaba controlada por militares rusos. Ahora, los bombardeos incesantes pueden provenir tanto de las tropas invasoras como de las locales.
El Litoral acompañó a una comitiva de Cruz Roja a llevar adelante un operativo de ayuda a los vecinos: una madre con niños que abandona el lugar, mientras una abuela se queda porque dice que allí murieron sus padres y allí morirá ella.
Los que se quedan
En compañía de voluntarios de Cruz Roja que trabajan en el lugar, El Litoral -a través de un intérprete- pudo dialogar con un vecino que prefiere quedarse. “Escuchamos sonidos de bombardeo muy cerca, pero estamos acostumbrados”, dice el hombre. Además, asegura que reconoce los sonidos y sabe si se trata de un ataque ruso o de una contraofensiva ucraniana. Sin embargo, admite que “si la situación llega a ser muy dura” tiene a mano su auto, “para salir en cualquier momento”.
Kupiansk es una ciudad en la orilla del río Oskol centro, al este de Ucrania.Prefiere quedarse, pero recuerda cuando los rusos ocuparon el pueblo al inicio de la guerra “fue muy duro”: “me buscaron, me pidieron que me quitara el abrigo para ver si tenía tatuajes, me preguntaron qué tenía en el pantalón y les dije “tengo cojones”...querían mi coche”, narra el vecino al enviado especial de El Litoral a Ucrania. “Cada vez que quería ir por comida o algo estaban en los retenes y me revisaban si tenía tatuajes y me amenazaban con fusilarme, hubo mucho maltrato”, rememora y explica que no solo “hay mucho desprecio por parte de los rusos a los ucranianos” sino “también entre ellos mismos”.
“Espero que pronto ganemos la guerra, no tengo miedo porque los rusos jamás podrán volver a cruzar el río”, manifiesta esperanzado.
Otra mujer que decidió quedarse cuenta llorando que tiene mucho miedo, pero tiene animales, “cabras y gallinas y hay que cuidarlos”. Su familia se irá, pero ella prefiere permanecer junto a unos 30 vecinos que no abandonarán su barrio en Kupiansk. “Que se acabe la guerra lo más pronto posible y vivamos como antes, esto es horrrible”, pide la señora.
Los que se van
Otra mujer cierra la puerta de su casa y se marcha. “Tenemos mucha esperanza de regresar pronto, nos vamos porque tenemos mucho miedo por nuestros hijos, constantemente escuchamos los bombardeos y recientemente cayeron arriba en la colina, por eso tenemos miedo”, admite.
No saben dónde van a ir, la coordinadora de Cruz Roja les prometió un lugar para estar con toda la familia, sus hijos, su hermana y sus sobrinos.
El círculo del humor
Mientras, los voluntarios de Cruz Roja también sufren las consecuencias de los bombardeos. Para contrarrestar los altibajos psicológicos que sufren, apelan al “Círculo del humor”. Se trata de una herramienta que tiene los nombres de los integrantes del equipo, con indicadores de humor y necesidades.
Círculo del humor.Desde “estoy muy feliz” a “me siento muy mal” y “necesito ayuda”, cada uno, cuando llega al trabajo, puede poner configurar sus indicadores para analizar qué necesidades tiene que cubrir y evaluar qué recursos necesita hacerlo, si puede hacerlo por su cuenta o necesita ayuda de compañeros o alguien especializado. “Es para mantener el clima positivo en el equipo”, explica un voluntario.