Miércoles 6.10.2021
/Última actualización 21:36
El hijo del exdictador de Filipinas Ferdinand Marcos, de mismo nombre, anunció hoy que se presentará como candidato a las elecciones presidenciales de 2022 en el más reciente intento de la cuestionada familia de recuperar protagonismo político en el país.
Ferdinand "Bongbong" Marcos Jr, que casi consigue en las últimas elecciones de 2016 hacerse con la vicepresidencia de Filipinas, anunció su candidatura en una emisión a través de Facebook Live.
"Hoy anuncio mi intención de postularme para la Presidencia de Filipinas en las próximas elecciones de mayo de 2022", dijo el hombre de 64 años y se sumó a un amplio abanico de candidatos a suceder al también controvertido Rodrigo Duterte, quien el sábado pasado anunció que no se presentará a los comicios.
Duterte se iba a postular como vicepresidente, pero a principios de octubre informó que se retirará de la vida política, lo que allana el camino para que su hija sea candidata a dirigir el país.
"Voy a devolver (...) un liderazgo unificador al país", argumentó Marcos Jr al lanzarse como presidenciable.
Marcos Jr defendió la sangrienta guerra contra las drogas y las penas de muerte contra los traficantes que marcaron la presidencia de Duterte y que están siendo actualmente investigadas por la Corte Penal Internacional.
Un sondeo reciente de PulseAsia Research situaba al hijo del dictador en segundo puesto en intención de voto, justo por detrás de la hija del actual presidente, Sara Duterte.
El legendario boxeador recientemente retirado Manny Pacquiao y el alcalde de Manila y exactor Francisco Domagoso también confirmaron que competirán por el máximo cargo del Estado.
En 2016, Marcos Jr perdió de forma muy ajustada la carrera por la vicepresidencia contra Leni Robredo, lo que supuso un golpe duro para el clan familiar.
Su padre, elegido presidente en 1965, dirigió dictatorialmente Filipinas entre 1972 y 1986, cuando una revuelta popular lo expulsó del poder y obligó a toda la familia a exiliarse a Estados Unidos.
Durante su mandato recibió acusaciones de torturas y asesinatos, así como de una corrupción masiva tanto por su parte como de su esposa Imelda, conocida por su vida lujosa y extravagante en un país de extrema pobreza.
Tras la muerte del dictador en Hawai en 1989, sus familiares pudieron volver y participar activamente en la vida política de Filipinas.