El Parlamento de Hungría aprobó este lunes 14 de abril una reforma constitucional que limita los derechos de la comunidad LGTBIQ+ y refuerza los mecanismos de control estatal sobre la ciudadanía.
El Parlamento húngaro aprobó una enmienda que prohíbe eventos del colectivo LGTBIQ+, autoriza vigilancia con reconocimiento facial y permite suspender la ciudadanía. La medida, impulsada por Viktor Orbán, generó protestas internas y una ola de condenas internacionales.
El Parlamento de Hungría aprobó este lunes 14 de abril una reforma constitucional que limita los derechos de la comunidad LGTBIQ+ y refuerza los mecanismos de control estatal sobre la ciudadanía.
Impulsada por el primer ministro Viktor Orbán y su partido Fidesz, la medida fue presentada como una "gran limpieza de Pascua", una metáfora utilizada por el mandatario para celebrar lo que considera una victoria ideológica.
La enmienda, votada en medio de un fuerte clima de tensión política y social, introduce varios puntos críticos:
La aprobación generó un amplio rechazo tanto a nivel interno como en organismos internacionales. Legisladores opositores intentaron bloquear el acceso al Parlamento durante la votación, mientras miles de manifestantes salieron a las calles de Budapest con consignas contra lo que consideran un ataque frontal a los derechos civiles y una deriva autoritaria.
Desde Bruselas, representantes de la Unión Europea condenaron la reforma y la Comisión Europea analiza posibles acciones legales contra Hungría por violaciones a los tratados comunitarios. Diversas organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, calificaron la medida como un retroceso alarmante para la democracia y la igualdad.
Pese a la aprobación de la reforma, las calles de Budapest se convirtieron en escenario de masivas protestas. Miles de personas se congregaron en distintos puntos de la ciudad, incluyendo puentes sobre el Danubio, para rechazar la prohibición de actos públicos de la comunidad LGTBIQ+.
Las manifestaciones reflejan una resistencia activa frente a lo que muchos consideran una avanzada autoritaria. Los organizadores del Budapest Pride anunciaron que continuarán con la marcha anual, desafiando abiertamente la nueva legislación como forma de reivindicar los derechos y la visibilidad del colectivo.
Desde su regreso al poder en 2010, Viktor Orbán ha promovido una serie de reformas que consolidaron un modelo de gobierno autoritario, con creciente control sobre los medios de comunicación, la justicia y la educación. La reciente enmienda refuerza esa tendencia y el relato oficialista que asocia los valores tradicionales con la seguridad nacional y la protección de los niños.
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