La polarización extrema que domina esta elección presidencial norteamericana no se sostiene solo en dos estilos casi contrapuestos -aunque sin dudas es su elemento central-, sino en diferencias políticas claras sobre algunos de los temas más sensibles en Estados Unidos, como salud, educación, inmigración y ambiente.
Estas son algunas de las principales diferencias políticas entre el presidente y candidato republicano a la reelección, Donald Trump, y su rival demócrata, el exvicepresidente Joe Biden.
Trump pide, al igual que Biden, una ley millonaria de infraestructura que permitiría crear miles de puestos de trabajo, pero se diferencia en que no apoya un aumento federal del salario mínimo porque, dice, ahogaría a muchas empresas en algunos estados. Tras el masivo desempleo provocado por la pandemia, prometió crear 10 millones de puestos de trabajo y facilitar la apertura de un millón de Pymes en los primeros 10 meses de su segundo mandato.
Biden prometió revertir el recorte de impuestos para todos aquellos que ganen más de 400.000 dólares anuales y pide aumentar el salario mínimo a 15 dólares por hora. Además, propuso revitalizar la economía con 700.000 millones de dólares en producción local, lo que, sostiene, generaría 5 millones de puestos de trabajos nuevos.
Tenés que leerCovid-19: Estados Unidos registra un récord diario de casos a tres días de las elecciones presidencialesTrump defiende su gestión de la pandemia, pese a que el país fue el más golpeado del mundo con 9.127.229 casos y 230.566 muertos, y apuesta todo a aprobar y distribuir masivamente una vacuna antes de fin de año, algo que los expertos ponen en duda. En paralelo, presentó el Plan de Salud Estados Unidos Primero, en contraposición al sistema que creó su antecesor, Barack Obama, y que incluyó a millones de personas.
Biden cuestiona duramente la gestión actual de la pandemia, promete impulsar el uso generalizado de tapabocas, aumentar el testeo y las medidas preventivas, previo asesoramiento con científicos. Asimismo, defiende el sistema promulgado por Obama y promete sumarle una opción de cobertura médica estatal.
Trump propone un sistema de elección de escuelas para todo el período educativo obligatorio, de jardín de infantes a secundaria. Según este sistema, fuertemente criticado por los sindicatos y organizaciones de docentes y expertos en el área, cada familia recibe un voucher por parte del financiamiento público que el Estado destina por cada niño y puede elegir a qué escuela mandarlo y, en consecuencia, cuál financiar.
Biden defiende el sistema actual y promete destinar más recursos a la formación tanto de docentes como de los menores de edad, "desde el nacimiento". Propone hacer universal el jardín de infantes. Además, para universitarios, prometió que las instituciones superiores públicas serán gratuitas para las familias de menos ingresos.
Tenés que leerA días de las elecciones, Biden y Trump se disputan un voto decisivo en FloridaTrump defiende su negociación con Corea del Norte -"No estamos en guerra"-, su confrontamiento político y económico con China, y su política de sanciones contra países como Irán y Venezuela.
Biden promete más multilateralismo, más diplomacia, retomar la buena relación con aliados -por ejemplo la OTAN y las potencias europeas- y volver a algunos acuerdos, como el Acuerdo de París contra el cambio climático, o renegociar otros rotos por Trump, como el nuclear con Irán o el descongelamiento con Cuba.
Siempre en el costado o un paso detrás, dispuesto a dar la cara con temas incómodos y dueño de una personalidad sobria, el vicepresidente Mike Pence logró convertirse en estos últimos cuatro años en un hombre de confianza de Donald Trump y una de las personas que más influyeron en su agenda conservadora y, por momentos, radical. Trump lo eligió como su compañero de fórmula en 2016 no estaba solo tratando de garantizar el apoyo de su estado -un distrito con tradición de voto republicano en las presidenciales de los últimos 50 años, excepto en 2008-, sino que buscaba el acompañamiento de los donantes millonarios y la base electoral del movimiento conservador.
A los 55 años, Kamala Harris, la senadora elegida por Joe Biden como su compañera de fórmula, no cabe en ningún estereotipo político estadounidense: hija de inmigrantes y producto de su sueño americano, fue criada como feminista y progresista, pero rompió el techo de cristal una y otra vez con una mirada pragmática del poder que le garantizó un arco aliado muy heterogéneo. Su pragmatismo, su carisma y su fama de jefa severa pero comprometida le permitieron comenzar a cosechar importantes aliados en el Partido Demócrata. Sus aliados destacan sus ideas, aunque siempre lejos de las propuestas - a veces vista como muy extremas- del ala progresista del PD.