Martes 6.2.2024
/Última actualización 13:17
En una escena que parece de película, los bañistas que disfrutaban de un día soleado en una ciudad costera chilena se vieron sobrecogidos por el humo denso que se alzaba en el horizonte, anunciando la tragedia que estaba teniendo lugar en la zona centro-sur del país. Los incendios forestales, desatados en una vorágine de destrucción, dejan a Chile sumido en una crisis sin precedentes.
Las autoridades, en un intento desesperado por contener la catástrofe, ampliaron los toques de queda en las ciudades más afectadas por las llamas. Se estima que al menos 112 personas perdieron la vida, mientras cientos más permanecen desaparecidas, sumiendo a las comunidades en un estado de conmoción y tristeza.
La región de Valparaíso, epicentro de la tragedia, se encuentra en estado de emergencia, enfrentándose a uno de los peores desastres desde el gran terremoto de 2010. Con 51 personas confirmadas fallecidas y más de 3,000 viviendas consumidas por el fuego, la magnitud de la destrucción es difícil de asimilar. La ministra del Interior, Carolina Tohá, dio a conocer los detalles más desgarradores después de la reunión del Comité de Gestión del Riesgo de Desastres (Cogrid) nacional.
Según las declaraciones de Tohá, la mayoría de las víctimas, precisamente 45, corresponden a cuerpos quemados encontrados en la vía pública, de los cuales solo 18 fueron identificados hasta el momento. Se suman a esta trágica cifra seis personas fallecidas en centros asistenciales, elevando el número total a 51. Sin embargo, la ministra expresó su preocupación, anticipando que esta cifra podría aumentar a medida que se evalúa la magnitud total de la emergencia.
Los relatos de quienes lograron sobrevivir son desgarradores. Vecinos que perdieron sus hogares, familias que buscan desesperadamente a sus seres queridos desaparecidos, y comunidades enteras que enfrentan la desolación de paisajes consumidos por las llamas. La solidaridad se manifiesta entre los afectados, pero la necesidad de ayuda y recursos es urgente.
Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana, han sido las localidades más perjudicadas en esta catástrofe, la que es calificada de "histórica" por las autoridades chilenas, debido a su magnitud.El fuego, avivado por fuertes vientos y condiciones climáticas adversas, se volvió incontrolable, desafiando los esfuerzos de los bomberos y equipos de emergencia. La prioridad actual es la evacuación de las zonas en riesgo, mientras se busca contener el avance de las llamas y brindar apoyo a quienes perdieron todo.
El presidente de Chile, en una alocución a la nación, expresó su solidaridad con las comunidades afectadas y declaró el compromiso del gobierno para movilizar todos los recursos disponibles en la lucha contra los incendios. Se solicitó asistencia internacional, incluyendo equipos especializados y aeronaves para combatir los focos de fuego desde el aire.
La comunidad internacional respondió con mensajes de apoyo y ofertas de ayuda. Países vecinos y aliados se comprometieron a enviar recursos y personal especializado para colaborar en las labores de extinción y asistencia a los damnificados. La Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias están desplegando equipos de emergencia para proporcionar ayuda médica, refugio y suministros básicos a los afectados.
Las operaciones de rescate y respuesta se intensifican. Créditos: ReutersMientras las operaciones de rescate y respuesta se intensifican, la atención se centra en el análisis de las causas subyacentes de estos incendios devastadores. La sequía prolongada, las altas temperaturas y la deficiente gestión forestal crearon un cóctel explosivo que alimentó las llamas con una voracidad sin precedentes. Expertos en medio ambiente advierten que eventos como estos podrían volverse más frecuentes e intensos debido al cambio climático.
Las autoridades chilenas también anunciaron que se llevará a cabo una exhaustiva investigación para determinar si hubo negligencia o acciones criminales detrás de la propagación de los incendios. En medio del caos, surgen preguntas sobre la preparación y capacidad del país para enfrentar emergencias de esta magnitud, así como sobre la necesidad de implementar medidas preventivas más efectivas.
La tragedia en Chile dejó cicatrices imborrables en el tejido social del país. La pérdida de vidas, hogares y paisajes emblemáticos es un recordatorio sombrío de la vulnerabilidad humana frente a las fuerzas de la naturaleza. Mientras la nación se enfrenta a la reconstrucción, la solidaridad y el apoyo nacional e internacional se convierten en pilares fundamentales para superar esta crisis sin precedentes.
Focos activos
La propagación de las llamas sigue siendo una amenaza inminente, con cuatro focos activos en la región, siendo el más devastador el incendio de Las Tablas, que consumió despiadadamente 9,600 hectáreas. La ministra Tohá advirtió sobre tres puntos críticos que podrían representar riesgos significativos: hacia el oriente, amenazando el sector de Quilpué; al poniente, donde podría afectar zonas de Viña del Mar; y hacia el norte, con la posibilidad de alcanzar Reñaca y Concón si las llamas se propagan.
En respuesta a la gravedad de la situación, el Gobierno de Chile decretó el Estado de Excepción de Catástrofe en la región de Valparaíso desde el viernes. Las evacuaciones son fundamentales para garantizar la seguridad de la población, pero Tohá admitió que en algunos casos han sido difíciles, lo que ha complicado las labores de emergencia y ha cobrado vidas humanas. Un llamado urgente se ha dirigido a la población para que obedezca las señales de evacuación, con las fuerzas del orden autorizadas a actuar con fuerza en caso de resistencia.
El impacto en las viviendas es devastador, con estimaciones preliminares que sugieren que entre 3,000 y 6,000 hogares fueron consumidos por las llamas. Esta cifra, según el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, convierte este incendio en uno de los mayores desastres en términos de pérdida de viviendas de la última década. Detalló que se vieron afectadas 16 villas, siendo un 30% de casas levantadas por el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu), y el restante 70% correspondiente a loteos irregulares y campamentos.