El Litoral
El movimiento independentista catalán salió este domingo a las calles de Barcelona en masa para reclamar la puesta en libertad de los dirigentes secesionistas presos en España, en una demostración de fuerza después de que la justicia alemana rechazó la extradición del ex presidente Carles Puigdemont por rebelión.
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Télam
Unas 315.000 personas, según datos de la Guardia Urbana (policía local), secundaron la protesta, que coincide con los 6 meses de encarcelamiento de los dirigentes sociales Jordi Cuixart y Jordi Sánchez.
Bajo el lema "Por los derechos y las libertades, por la democracia y la cohesión, los queremos en casa", la marcha arrancó pasado el mediodía en plaza España, y transcurrió hasta el final de la Avenida Paralelo, que quedó cubierta de esteladas, las banderas independentistas catalanas.
La manifestación tiene lugar en plena tensión, después de que el jueves último el Tribunal Supremo español volvió a denegar la excarcelación del ex presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) para que pudiera acudir al plenario de su propia investidura, prevista para el viernes y que fue aplazada de forma indefinida.
"Creo que ésta es la constatación de que no nos vamos a rendir, y menos ahora que tenemos la resolución de Alemania a nuestro favor, que fue un golpe muy duro para el gobierno español", dijo a Telam Joan Pintiado, un manifestante de 44 años que acudió a la manifestación junto con toda su familia.
"Es frustrante que no haya un gobierno todavía, pero es el gobierno español el que pone los palos en las ruedas", remarcó el manifestante, quien espera que se forme un Ejecutivo autonómico que pueda "negociar" con el Estado español para avanzar en el reclamo independentista.
"La verdad y la Justicia tiene que prevalecer, y en algún momento España tendrá que sentarse a dialogar, pero sólo lo va a hacer si lo exige la Union Europea o la ONU", sostuvo por su parte Gloria San Agustín, otra manifestante que llevaba consigo una pancarta con el lema "Help Catalonia" (Ayuda a Cataluña).
La manifestación fue organizada por el llamado "Espacio de Democracia y Convivencia", que además de las organizaciones soberanistas, reúne también a los sindicatos mayoritarios, lo que generó una cierta controversia por su la dirección sindical en Madrid.
Después de meses de movilizaciones y cierto hartazgo evidente, esta manifestación era toda una prueba de fuego para el independentismo, especialmente después de que los llamados Comité de Defensa de la República (CDR) llamaron a una "Primavera Catalana", en alusión a la revuelta de los países árabes.
"Es una vergüenza, hasta cuándo presos políticos", podía leerse en los carteles de los manifestantes, en su mayoría con camisetas de las organizaciones secesionistas o que los identificaban con los CDR ("Yo también soy CDR).
Los gritos de "Puigdemont es nuestro presidente" o "libertad a los presos políticos" se fusionaban con canciones reivindicativas en un ambiente festivo y pacífico, que convirtieron la protesta en un paseo dominical familiar.
"Estamos viviendo una injusticia, votamos por la independencia, y quiero que el próximo gobierno implemente la república y que Puigdemont sea nuestro presidente", insistió Gloria, una barcelonesa de 62 años.
Tras la postergación de la investidura de Sánchez, el parlamento catalán anunció una querella contra el juez del Supremo Pablo Llarena por prevaricato- dictar resoluciones a sabiendas de que son injustas- por no haber cumplido con las recomendaciones del Comité de Derecho Humanos de la ONU, que instó a España a garantizar los derechos políticos del líder secesionista.
Con esta iniciativa, los partidos independentistas catalanes ganan tiempo, aunque deberán presentar otro candidato antes del 22 de mayo, cuando vence el plazo para formar gobierno antes de que se convoquen nuevas elecciones de forma automática.
Junts per Catalunya (JxC), la fuerza del ex presidente Puigdemont, sugirió esta semana que no presentaría un candidato alternativo, con lo que abrió la puerta a los nuevos comicios.
Sin embargo, sus socios de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido del ex vicepresidente Oriol Junqueras, quien se encuentra preso, es partidario de formar un gobierno para no correr el riesgo de perder la actual mayoría absoluta en las urnas.
En tanto, la minoritaria Candidatura de Unidad Popular (CUP) insiste en que la única vía es la ruptura y que el parlamento debe hacer valer su soberanía invistiendo a Puigdemont, a la vez que apuesta por utilizar la fuerza de la calle, aprovechando el envión y la esperanza que se abrió con la resolución judicial de Alemania respecto a Puigdemont.