En la Iglesia de San Pedro, ciudad suiza de Lucerna, los fieles pueden interactuar con un holograma de Jesús, impulsado por inteligencia artificial (IA), que actúa como confesor.
En Suiza se ofrece una experiencia singular que fusiona la fe con la tecnología. El proyecto es innovador, pero plantea dilemas éticos y morales.
En la Iglesia de San Pedro, ciudad suiza de Lucerna, los fieles pueden interactuar con un holograma de Jesús, impulsado por inteligencia artificial (IA), que actúa como confesor.
Este proyecto, denominado "Deus in Machina" (Dios en la Máquina), busca explorar la relación entre la fe y la tecnología en un mundo en constante evolución. Al presionar un botón, los visitantes pueden recibir orientación espiritual basada en las enseñanzas del Nuevo Testamento a través de una figura digital que se mueve y responde en perfecta sincronía con sus palabras.
Las opiniones sobre el holograma confesionario fueron diversas: algunos lo encontraron enriquecedor y útil, mientras que otros reconocieron que, si bien era evidente que interactuaban con una máquina, el consejo recibido les pareció significativo.
Pero no todos compartieron este entusiasmo. Algunas críticas apuntan a que las respuestas de la IA pueden parecer genéricas y carecer de profundidad espiritual, mientras que otros lo consideran un simple “truco”. A pesar de estas opiniones, aproximadamente dos tercios de los visitantes declararon haber tenido una experiencia espiritual positiva, lo que refleja la capacidad del proyecto para conectar emocionalmente con ciertos usuarios.
El uso de la inteligencia artificial en un contexto espiritual plantea serias cuestiones éticas. Algunos teólogos, como el profesor Peter Kirchschläger, especialista en ética de la Universidad de Lucerna, argumentan que los aparatos tecnológicos carecen de la brújula moral necesaria para guiar en asuntos espirituales: “Esta es un área donde los humanos somos claramente superiores a las máquinas. Deberíamos realizar estas tareas nosotros mismos”, afirmó.