Mientras algunos acusan una ONU estancada para cumplir sus objetivos de origen y Turquía no logra nuevos hitos significativos en la búsqueda de paz en Europa del Este, se abre una vacante en las negociaciones de la mesa mundial. Cuando Brasil fue el único país de los BRICS en votar en contra de la invasión rusa en febrero pasado, el gobierno de Lula Da Silva afirmó que está tanto en desacuerdo con la "operación especial militar" del Kremlin dentro de Ucrania, como del conflicto en general. Ese mismo argumento utilizó para explicar por qué no acepta enviar armas a Ucrania, para defenderse. "Queremos estar en la mesa de negociaciones como mediadores", decían por entonces desde el entorno de Lula Da Silva, reflejando qué posición pretendían ocupar en el flujo de intereses cruzados.
Más allá del esfuerzo de Lula, días atrás - desde el gobierno ruso - señalaron que no habían recibido formalmente ningún documento que dé cuentas de la supuesta propuesta brasileña para que Rusia y Ucrania encuentren la paz. Este mal síntoma en la relación de la política exterior y el discurso de Lula se sumó a la malísima recepción que tuvo su idea de que Ucrania dejara de lado la intención de recuperar la soberanía - de hecho - en Crimea, que lleva años tomada por Rusia.
Mirá tambiénZelenski se reunió con varios líderes del G7 para "acercar la paz" a UcraniaLuego de invitar al presidente del gigante sudamericano a Kyiv, la capital ucraniana, para "conocer de qué se trata el horror que viven los ucranianos" y por qué no van a ceder un sólo metro cuadrado a los invasores, Zelenski esperaba verse cara a cara con Lula para conocer a fondo su "plan de paz", cuando éste ya había dicho días atrás que no aceptaría ir a Ucrania.
Los últimos acontecimientos narrados eran una premonición de lo que pasaría, finalmente, en Hiroshima: Lula Da Silva no quiso verse con el mandatario ucraniano en el G7 y tiró por tierra cualquier intento de quedarse con el protagónico de paz. Ahí mismo cotizó en alza India, que estratégicamente logró copar las expectativas en medio de un mensaje al mundo de que puede cuidar sus propias relaciones con Rusia, pero pregonar con hechos concretos una conciliación entre las partes en disputa bélica.
Tras un encuentro privado, fue el propio Volodimir Zelenski quien celebró que el primer ministro indio, Narendra Modi, apueste por "la integridad territorial y la soberanía de Ucrania", además de la colaboración humanitaria en el campo de batalla, más allá de los compromisos estratégicos, políticos y económicos que mantiene con Rusia.
Sucede que India no sólo se abstuvo en las principales votaciones de condena a Rusia, sino que se convirtió en su salvavidas económico en medio de la persecución financiera de occidente, principalmente como comprador de petróleo a costo preferencial desde que el Kremlin invadió Ucrania. Esta cercanía en las relaciones constituyó un desafío que el gobierno indio pudo superar y lograr igualmente posicionarse como un potencial intermediario entre los intereses de Moscú y Kyiv, tras la valoración positiva que Ucrania hizo del rol de la Democracia más grande del mundo en esta disputa. De hecho, Narendra Modi no tuvo inconvenientes en mencionar abiertamente que "India, y yo personalmente, definitivamente haríamos todo lo que esté a nuestro alcance para resolver esta situación", consolidándose como líder cada vez más fuerte en el sur global.
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