Once miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados como rehenes y asesinados por un comando del grupo terrorista Septiembre Negro durante los Juegos de Munich, en 1972, hace exactamente 50 años.
Los responsables fueron una facción de la Organización para la Liberación de Palestina, liderada entonces por Yasir Arafat, ayudados por neonazis alemanes.
Once miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados como rehenes y asesinados por un comando del grupo terrorista Septiembre Negro durante los Juegos de Munich, en 1972, hace exactamente 50 años.
El hecho se conmemora como masacre de Múnich u Operación Ikrit y Biraam y los responsables fueron una facción de la Organización para la Liberación de Palestina, liderada entonces por Yasir Arafat, ayudados por neonazis alemanes.
Los secuestradores demandaban la liberación de 234 prisioneros alojados en cárceles israelíes y de los fundadores de la Fracción del Ejército Rojo, Andreas Baader y Ulrike Meinhof, encarcelados en Alemania.
Las víctimas fueron miembros del equipo olímpico de Israel, tanto atletas como entrenadores, además de un oficial de la policía de Alemania Occidental.
Cinco de los ocho miembros de Septiembre Negro resultaron muertos por la Policía durante el fallido intento de rescate de los rehenes. Los tres secuestradores que sobrevivieron fueron detenidos, pero liberados tan solo 53 días después, tras el secuestro de un avión de Lufthansa.
Israel respondió a los asesinatos organizando las operaciones Primavera de Juventud y Cólera de Dios, con el objetivo de castigar colectivamente a todos los responsables de la masacre.
Al momento de producirse la toma de rehenes, los Juegos Olímpicos de Múnich 1972 transcurrían en su segunda semana. El Comité Olímpico Alemán, organizador del evento, se había propuesto como objetivo que la atmósfera de la villa olímpica fuese abierta y amistosa, en procura de ofrecer una imagen distinta a la de los Juegos de Berlín 1936, que habían sido explotados como parte de la propaganda nacionalsocialista del régimen de Adolf Hitler.
El film documental “Un día en septiembre” da a entender que el dispositivo de seguridad desplegado en torno a la villa olímpica fue intencionalmente leve y que los atletas podían entrar y salir de ella sin presentar ningún tipo de credenciales. La conducción de la delegación israelí ya había advertido la falta de garantías de seguridad y, para colmo, su lugar en la villa olímpica estaba relativamente aislado.
Los miembros de la delegación israelí fueron sorprendidos mientras dormían por el grupo que escaló las rejas y, para colmo, contó con la ayuda de deportistas de los Estados Unidos, quienes creyeron que se trataba de jóvenes que llegaban para divertirse en la noche, según cuentan las crónicas.
Durante el asalto, nueve atletas pudieron escapar, ocho se ocultaron y aunque el luchador Yossef Romano forcejeó con uno de los atacantes y le arrebató su arma, murió de un disparo.
Otro recibió un tiro en la cara que le atravesó las mejillas cuando intentó atacar a un terrorista con un cuchillo de fruta, y fue obligado a conducirles a los otros apartamentos.
A esa escena siguió otra pelea en la que Moshé Weinberg asestó un puñetazo a uno de los palestinos, le dislocó la mandíbula y motivó a que otro le disparara.
David Berger, Ze'ev Friedman, Joseph Gutfreund, Eliezer Halfin, André Spitzer, Amitzur Shapira, Kehat Shorr, Mark Slavin y Yakov Springer quedaron como rehenes.
El operativo de rescate fracasó y el secuestro concluyó con la ejecución de los deportistas mencionados.