Martes 19.1.2021
/Última actualización 0:29
Dos días antes de su investidura, el presidente electo Joe Biden y la vicepresidenta electa Kamala Harris participaron el lunes en actividades de servicio durante el feriado por el Día de Martin Luther King Jr., mientras un Washington militarizado y nervioso se preparaba para una ceremonia de juramentación que se llevará a cabo bajo una seguridad extraordinaria.
Biden y su esposa Jill se unieron a una cadena de producción en el estacionamiento de Philabundance, una organización que distribuye alimentos a las personas en necesidad, y ayudaron a llenar unas 150 cajas con fruta fresca y productos no perecederos.
En tanto, Harris y su esposo Doug Emhoff conmemoraron el día llenando bolsas con productos agrícolas y secos en Martha’s Table, un banco de alimentos ubicado en el sureste de la capital.
Mientras, el saliente presidente Donald Trump siguió fuera de la vista pública en la Casa Blanca por sexto día consecutivo. En los últimos años, Trump había conmemorado el feriado con visitas no anunciadas al monumento de King en Washington, pero no se tenía previsto nada de eso para este año.
Una visita de ese tipo habría sido algo complicado debido a que Washington se ha convertido en una ciudad fortificada con retenes y barricadas previo a la ceremonia del miércoles, mientras funcionarios de seguridad trabajan para evitar más actos violentos luego de los disturbios del 6 de enero por parte de una turba de simpatizantes de Trump en el Capitolio federal.
En una muestra de lo nerviosa que se ha vuelto la capital, la Policía del Capitolio cerró brevemente el complejo el lunes y pausó los ensayos de investidura luego de que se registró una pequeña explosión en un campamento de indigentes cercano. Las autoridades pidieron al personal que trabajaba dentro del inmueble que se alejara de las ventanas y a aquellos que estaban en el exterior les solicitó refugiarse. Además, prohibieron brevemente la entrada y salida del complejo como medida de precaución.
También los residentes de Washington estaban en alerta máxima y gran parte de la ciudad se sentía desolada, con grandes franjas de la zona alrededor del Capitolio, de la Casa Blanca y del parque National Mall cerrados a todo el público, salvo al personal autorizado.
Incluso antes de que ocurriera la insurrección en el Capitolio el 6 de enero, ya se tenía previsto que las festividades por la toma de posesión se vieran afectadas por la pandemia de coronavirus. La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, exhortó a los residentes a que se mantuvieran alejados de la ciudad el día del evento.